Con 1200 habitaciones, 1742 ventanas y 123 hectáreas de jardines, el castillo de Carlos de Borbón, rey de Nápoles y bisnieto de Luis XIV, se empezó a construir en 1752 bajo la dirección del brillante arquitecto Luigi Vanvitelli, quien murió hace exactamente 250 años.La unificación de Italia a finales del siglo XIX, por lo que la dinastía de los Saboya del norteño Piamonte se “anexó” el sur de la península, sumió a ese lugar en el olvido.Entre sus varias funciones, el palacio, que desde 1997 está incluido en la lista de patrimonio de la Unesco, fue utilizado como cuartel general de las fuerzas aliadas durante la Segunda Guerra Mundial.Renovar las fachadas, reparar los caminos y las puertas, revitalizar los jardines y, en definitiva, remediar los estragos causados por el tiempo fue una tarea titánica, premiada la semana pasada con la tercera estrella de la prestigiosa Guía Verde Michelin dedicada al sur de Italia.El palacio fue “notablemente restaurado, incluyendo las fachadas, y ahora goza de una vida cultural intensa, le colgaron obras de arte contemporáneo y se organizaron visitas también por la noche, también en Navidad”, contó a la agencia AFP Philippe Orain, director de las Guías Verdes Michelin, quien suele visitarlo con frecuencia.La tercera estrella sitúa a Caserta y su maravillosa vista hacia una espectacular cascada como uno de los monumentos más importantes del sur, al mismo nivel del parque arqueológico de Pompeya.“Es un reconocimiento que nos dará a conocer en toda Europa y en el mundo entero”, explicó, satisfecha, la directora del palacio, Tiziana Maffei, en una entrevista. El palacio “se inspira en la grandeza francesa” y fue la residencia de la reina de Nápoles y Sicilia María Carolina de Austria, hermana de la reina de Francia, María Antonieta, cuya muerte en la guillotina hizo que sintiera un firme rechazo hacia el movimiento revolucionario francés.Las obras para devolver su belleza original a ese lugar requirieron decenas de millones de euros, 25 de ellos provenientes del fondo de la Unión Europea para reactivar la economía del Viejo Continente y que da prioridad a Italia.”Es poco comparado con los problemas que tiene el Palacio de Caserta, pero nos ayudará a restaurar el acueducto” que transporta a lo largo de unos cuarenta kilómetros el agua para las fuentes, los canales y los estanques, comentó la directora.Los visitantes aprecian los esfuerzos para dar brillo a esa residencia real. ”Ayer estuvimos en Roma y fuimos al Vaticano y honestamente puedo decir que aquí es igualmente hermoso, si no más”, dijo Terry Thompson, una inglesa de unos 50 años que visitó el palacio con su esposo.”Es absolutamente magnífico: los colores, las pinturas, los techos, los dorados… realmente merece la pena visitarlo”, concluyó.Fotos: Andreas Solaro / AFPEdición fotográfica: Fernanda Corbani