Mtro Gildardo López, académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad PanamericanaEl año 1940 figura como una línea divisoria dentro de la historia mexicana. En ese año el poder pasó a los moderados dentro de la estructura revolucionaria mexicana, quienes luego condujeron a la Revolución por el camino, más bien conservador, que han recorrido todos los gobiernos mexicanos subsecuentes. Simultáneamente, el partido oficial, el Partido de la Revolución Mexicana, hizo manifiestas sus intenciones de mantener el monopolio del poder político y de abrazar, a la vez, públicamente, todos los ideales de una democracia política. El presidente saliente, Lázaro Cárdenas, había prometido lanzar la campaña electoral de su sucesor “dentro del proceso democrático, de una forma legal y pacífica”. había prometido una elección justa para el candidato de la oposición, Juan Andreu Almazán.Confiados en la integridad de Cárdenas, la oposición lanza por tanto una campaña exhaustiva y costosa. Recluta a muchos mexicanos que estaban hartos de las elecciones fraudulentas. Surgió la esperanza de que por fin había llegado la democracia política. La burocracia, sin embargo, aplastó brutalmente estas expectativas. Pistoleros provocaron desórdenes en los mítines de Almazán, y atacaron ferozmente a los opositores. El recuento de votos llevado a cabo por el gobierno no concedió a la oposición más que un número ridículamente bajo de votos. Cárdenas creyó que la victoria del partido oficial en las elecciones era necesaria por el bien de la nación. Ya había entregado la presidencia a un moderado, Manuel Ávila Camacho, para asegurar la unidad y progreso económico de la nación. No podía arriesgar esta unidad, ni la economía de México, permitiendo que una oposición que él consideraba reaccionaria divisionista diera al traste con todo su trabajo. Cárdenas aplastó a Almazán y a la democracia por la misma razón que había rechazado a Francisco Múgica: México debía enfrentarse a la amenaza mundial del fascismo como una nación unida.La historia, es cíclica y el uso del pasado como presencia del presente así nos lo demuestra. De entonces a ahora, sin duda la democracia mexicana se asentó; el poder se distribuyó más o menos equilibradamente entre una pluralidad de partidos; las libertades políticas se ampliaron y se reconocieron nuevos derechos, se crearon nuevas instituciones para la transparencia, la competencia económica, la evaluación de la política social y de la educación, más un largo etcétera.Sin embargo, también la inseguridad pública, la impunidad y la corrupción se han extendido aún más como una plaga. La democracia mostró sus virtudes, pero también limitaciones y vicios; se desgastó y provocó desencanto, porque muchos descubrieron que la democracia no es por sí misma la solución a todos los problemas.El presidente López Obrador cargó contra el juez que otorgó una suspensión a Xóchitl Gálvez, así como contra el INE y el TEPJF Foto: (Cuartoscuro)¿México con C o México con X?Morena es el resultado de la crisis vertiginosa de la democracia mexicana post-2000. El primer síntoma de esa crisis fue el regreso del PRI a Los Pinos en 2006. Con el fracaso del PRI, fracaso político, económico, pero, sobre todo, moral, muchos votantes llegaron a la conclusión de que sólo quedaba dar el paso hacia el populismo lopezobradorista consolidado hoy en una estructura política territorial formal e institucionalizada, arraigada por los líderes territoriales de MORENA y afianzada por las autoridades municipales, estatales y federales emanadas de ese partido.Sin duda Xóchitl Gálvez es un fenómeno mediático, una personalidad idónea, sin embargo es muy anticipado calificarla ya como un fenómeno político. No lo es ni lo será si no trasciende el círculo rojo del antilópezobradorismo y aunque su impacto mediático sea orgánico y creciente, dista mucho de poder penetrar en donde años de trabajo de tierra encabezados por el propioPresidente han sembrado raíz en casi todo el territorio nacional y lo que es hoy su gran virtud, ser una personalidad parecida a la del Presidente, puede volverse en un “entonces ¿porqué votaré por alguien igual al Presidente?" si ese rebasar por la izquierda no vuelve la vista a sectores que piden un discurso tangencialmente diferente.CIUDAD DE MÉXICO, 29SEPTIEMBRE2021.- Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México, le alza la mano a Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno, al finalizar la inauguración del Banco del Bienestar en Tláhuac.
FOTO: JUAN SOTELO/CUARTOSCURO.COM (Juan Sotelo/)Claudia Sheinbaum cuenta con el respaldo de un líder, una narrativa que, junto con la ocupación de espacios a través de la mañanera, los informes y celebraciones se ha dado junto con discursos maniqueos a favor del pueblo, construido como la encarnación de las virtudes y los valores “auténticos” de la nación, y en contra de la oligarquía “corrupta y vendepatria”, de un discurso que divide a la sociedad en dos campos antagónicos: el pueblo contra la oligarquía. El pueblo, debido a sus privaciones, es el depositario de lo auténtico, lo bueno, lo justo y lo moral.El pueblo se enfrenta al antipueblo o a la oligarquía, que representa lo inauténtico o extranjero, lo malo, lo injusto y lo inmoral y es la candidata de la continuidad, elemento esencial para el Presidente y su electorado, arropada por la maquinaria estatal y la estructura partidista, es la candidata del Presidente y por tanto del pueblo lo cual le garantiza un inmenso voto duro.Pero además, dejando de intentar que su oratoria y discurso sean copias de las presidenciales, podría transitar a una narrativa más moderada, menos antagónica, quizás lo necesario para las bases radicales de su movimiento pero llevando un discurso de mesura para llegar a los desilusionados, a los no tan convencidos de que le vuelta de los viejos partidos sea la mejor opción y sobre todo a los jóvenes y las clases medias a las cuales de momento el discurso de Xóchitl no les ofrece por lo pronto, una incentivo mayor como opción, Claudia Sheinbaum es aunque no parezca, la propuesta del Presidente a sectores que estratégicamente atacó pero que resultan indispensables para la continuidad de su proyecto.Dice el Capítulo XVIII del Príncipe: “Doy por supuesto que un Príncipe, y en especial un Príncipe nuevo, no puede practicar todas las virtudes; porque muchas veces le obliga el interés de su conservación a violar las leyes de la humanidad, y las de la caridad y la religión; debiendo ser flexible para acomodarse a las circunstancias en que se pueda hallar. En una palabra, tan útil le es perseverar en el bien cuando no hay inconveniente, como saber desviarse de él cuando el interés así lo exige.”Que gobierne México quien pueda perseverar en el bien.Redes: TikTok: @analizaconGil Facebok: Gildardo López Podcast: “Cafecito y a dormir” en Spotify, Anchor y AppleRadio.