El embajador de Estados Unidos en Sudán, John Godfrey, ha denunciado que tanto la junta militar de Sudán como sus rivales paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido están capacitadas para gobernar el país dada la enorme violencia indiscriminada que está padeciendo la población civil desde el estallido del conflicto el 15 de abril.
“El futuro construido por el pueblo sudanés solo puede ocurrir cuando la seguridad de los civiles sea restaurada”, ha lamentado Godfrey en un mensaje publicado en su cuenta de X, antes Twitter, con motivo del primer aniversario de su llegada a la Embajada en Jartum.
En su mensaje, el embajador Godfrey llama a ambas partes, “quienes han demostrado que no están capacitadas para gobernar”, que pongan fin inmediatamente a las hostilidades y “transfieran el poder a un gobierno civil”.
En respuesta, el Ministerio de Exteriores del Consejo Soberano, la junta militar liderada por Abdelfatá al Burhan, ha declarado que los comentarios de Godfrey son “inapropiados” y “contrarios a las normas diplomáticas”.
“El embajador se ha autoproclamado guardián del pueblo sudanés”, añade el Ministerio de Exteriores en una declaración recogida por el portal panárabe Al Hadath, en la que lamenta además que emplee la denominación de “ambas partes” para describir a los bandos del conflicto dado que el Ejército sudanés se considera autoridad del país y ha declarado a las RSF como un grupo rebelde.
Al menos 4.000 personas, según la ONU, han muerto en una guerra que ha desatado además nuevos conflictos intercomunitarios en la región occidental sudanesa de Darfur y alentado una crisis humanitaria previa que, según Naciones Unidas, puede alcanzar “proporciones épicas” y “consumir todo el país” si no se toman medidas para paliarla, e incluso amenazar la estabilidad de toda la región.
Más de 4,5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares –más de un millón han cruzado hacia países vecinos– y se estima que cerca de medio millar de niños han muerto víctimas del hambre, con enfermedades como el sarampión, la malaria, el dengue o la diarrea como potenciales amenazas.