escucharescucharLa siempre sagaz periodista Dolores Graña lo definió de una forma inapelable: es como el VAR de tu vida. Es un dispositivo que, como el VAR, está siempre atento a lo que sucede, y permite volver atrás (digitalmente) y revisar qué pasó. No valida goles, aunque bien podemos sentir que lo hace, si con esta herramienta revivimos un momento previo del día, y comprobamos que teníamos razón en algo. Este VAR personal se llama Rewind Pendant, se lleva colgado del cuello cual collar, y cumple una función clave: registra, en audio, todo lo que decimos y lo que dicen a nuestro alrededor. El dispositivo va grabando todo el sonido,y hace una transcripción, que almacena en nuestro teléfono, como si fuera el taquígrafo de nuestra vida. La idea, explican sus creadores, pasa tanto por registrar momentos importantes de nuestra vida (una charla íntima, un comentario gracioso de los chicos) como por anotar una conversación laboral para tener la certeza de una instrucción, o simplemente ser un testigo auditivo de nuestro día, como esas cámaras que se montan junto al parabrisas de los autos. El sistema anota todo, y usa diversos algoritmos de análisis de texto para permitirnos buscar eso que nos dijo alguien en tal momento, o esa canción que escuchamos al pasar, y demás, incluyendo crear el resumen de una reunión o una clase, útil sobre todo si no estuvimos prestando toda la atención que merecía. La compañía que está detrás de este dispositivo, que tendrá un precio de 59 dólares y está en etapa de financiamiento colectivo, hace un año presentó Rewind, una app para macOS y iOS (y en breve Windows) que permite registrar todo lo que hacemos en una computadora, con la intención de recuperar, como con el Pendant, algo que sucedió en pantalla y que no recordamos con exactitud.Anotar la vidaAsí, la intención es ofrecer una serie de herramientas que nos permitan anotar todo lo que nos sucede, hasta el más mínimo detalle, y que nos permita recuperar esa experiencia. Al menos, en términos de audio y de lo que mostró la pantalla de nuestra computadora, que no es poco. El concepto no es nuevo: la idea de recordar todo siempre fue vista como algo atractivo, sobre todo si no hay que depender, como Proust, de una madalena que active el recuerdo de algo pasado, ni de una característica sobrehumana, como el Funes de Borges. A principios de siglo, Gordon Bell, un investigador de Microsoft, inició el proyecto MyLifeBits (algo así como pedacitos de mi vida) en el que digitalizaba absolutamente todo lo que se le cruzaba por las manos, como una forma de documentar su vida (fotos de lo que veía, papeles y documentos que escaneaba, charlas con un grabador, lo que fuere). Gordon Bell en 2016, con la cámara SenseCam siempre colgada del cuelloMicrosoft Hoy delegamos mucho de eso en nuestras redes sociales (selfies con gente para dejar testimonio de un encuentro, fotos comidas inusuales o muy cotidianas, cosas que vemos que nos llaman la atención), aunque -hacia afuera, al menos- es un recuerdo digital que si está publicado como historia desaparece un día después de su publicación. Un resultado de las investigaciones de Bell fue la SenseCam de 2009, un dispositivo que diseñó Microsoft como un ayudamemoria para personas con Alzhéimer: una cámara que tomaba fotos en forma automática para -de nuevo- registrar todo lo que pasaba frente a una persona. Una suerte de diario íntimo, visual y automático. Unos años antes, en 2005, Nokia había presentado Lifeblog, una herramienta para sus celulares que permitía ver, en una suerte de línea de tiempo de nuestra vida, todo el contenido cotidiano que se había generado en nuestro dispositivo: las fotos y mensajes que habíamos enviado y recibido. Apple cruza todavía más información (como la música que estuvimos escuchando, por ejemplo, los lugares que visitamos o el ejercicio físico que hicimos) con Diario (Journal), la app que debutó con iOS 17 y que permite generar un registro de todo lo que hicimos en la semana. Rewind Pendant va en el mismo camino, pero acotado al audio, en parte por una limitación técnica (no tiene cámara porque las horas de video, por ejemplo, requieren más almacenamiento, más procesamiento), en parte porque ese micrófono que podríamos llevar colgando es más disimulado. Lo que presenta un problema clave, claro: quizá yo me animo a decirle algo a alguien porque sé que no quedará registrado más que en la memoria compartida. Si hay un micrófono (o una cámara) de por medio se rompe el clima. En un mundo en el que toda nuestra comunicación que no es cara a cara queda registrada (mayoritariamente vía WhatsApp), saber que hay ocasiones en las que a las palabras se las lleva el viento es una gran noticia, y el punto más problemático de este dispositivo, que está escuchando todo el tiempo. Los fabricantes dicen que incluirá alguna función para hacerle saber a los demás que están siendo grabados. Lo puedo imaginar para una charla en la cocina, mate de por medio, pero ¿cómo le avisará a los pasajeros del colectivo? ¿Debería hacerlo? También dicen que todo el contenido es privado, y que queda almacenado en el celular: el dispositivo solo registra el audio, lo graba y lo transcribe; un algoritmo nos ayudará, idealmente, a separar lo mundano de lo que vale la pena recordar, y suplirá las falencias auditivas de nuestra memoria.Ricardo SametbandConforme a los criterios deConocé The Trust Project