escucharescucharSeguramente el tenor de esta columna va a molestar a Chucky Milei, así que desde ya le presento mis sinceras disculpas. Sí, de todo corazón, porque me gustaría evitarlo y no puedo: hoy estoy obligado a ocuparme del Bandidogate, algo que él todavía no ha hecho; solo si le preguntan y solo con terciopelo. Javi llegó hasta las puertas de la presidencia gracias a ese hit del marketing que fue presentarse como el exterminador de la “casta”, y ahora aparece el menos casto de la casta y le perdona la vida. ¿Caridad, compasión? Cuando todos esperábamos que atravesara a Insaurralde con la motosierra, y lo rematara con una motoguadaña, él sencillamente calla. Estas dosis de magnanimidad no son habituales en nuestra dirigencia política. Lo llamé y le dije: “Pelu, te la dejaron servida, partilo en mil pedazos”. Me contestó que primero quería constatar si las imágenes del yate no habían sido producidas por inteligencia artificial, si el Rolex de oro y diamantes era tan caro como vienen diciendo periodistas ensobrados, y si Sofía Clerici cuenta en sus redes con pauta del Estado.Tremendo mentís a los que se llenan la boca con eso de que Chucky es un perturbado. Acaba de hacer gala, otra vez, de extraordinario autocontrol. Sigue manteniendo un indulgente silencio sobre el caso de Chocolate Rigau y sobre los escandaletes de Batakis en el Banco Nación. Además, ha conseguido disociar la debacle económica, su caballito de batalla, de la gestión de Massita como ministro de Economía. Por Dios, qué diferencia con Cristiano “Fiat” Rattazzi; abordado anteayer en el Coloquio de IDEA sobre el affaire de Insaurralde, se disculpó por usar el latín: “Es un putañero”.Tuve que googlear “putañero”: “Terapeuta especializado en el rescate de mujeres de vida disoluta mediante talleres de regeneración física y espiritual; generalmente, en Marbella”.En la charla con Javier, me tomé el atrevimiento de insistir con lo de Insaurralde. Le hablé de los 200 viajes al exterior, de los 20 millones de dólares que le costó la amistosa separación de bienes con Jesica Cirio, de sus históricas vinculaciones con el negocio del juego y con las mafias de La Salada, de sus propiedades –casas, quintas, el salvaje departamento de 400 metros cuadrados en Puerto Madero, restaurantes–, del hotel de superlujo (4000 dólares por día) en el que acaba de alojarse con Sofi en la Costa del Sol… Al Peluca no se le movía un pelo. Respondía cosas sueltas, inconexas: “Yo navegué por las costas de Croacia y las islas griegas en el barco de Eurnekian, que es tres veces más grande que el Bandido”; “creo que Fati [Florez] y Sofía se conocen de la televisión”; “che, a Martín no se lo ve: en la foto sale de espaldas”. Llegó a decirme que si esa relación tiene ya cuatro años, como reveló la prensa del corazón, “no puede hablarse de affaire, sino de amor”.Le hice ver que, de las grandes figuras de la política argentina, solo tres no se han pronunciado sobre este capítulo de pornopolítica: Cristina, Máximo y él. Me contestó que el Papa tampoco dijo nada. Tiré entonces el argumento más fuerte, el que tenía reservado para el caso extremo de que no entrara en razones: “Viste que se filtró lo de que Martín te armó la lista en Lomas de Zamora… Estás hasta las manos, Javi. Es urgente que te despegues”. Largo silencio; pensé que se había cortado. De pronto reapareció, también él mechando palabras en un latín casero: “La libertad avanza, a veces, con peccatis y peccatoris”.Mea culpa, Chucky, no te estaba entendiendo.De todos modos, confío en que mi prédica no ha caído en saco roto. Mañana, en el segundo debate de los candidatos presidenciales, en la UBA, se va a ver obligado a decir algo. Porque Pato Bullrich, que el domingo pasado me parece que no había leído ni los diarios ni las redes, hará punta con eso una y otra vez, incluso forzando los temas: ¿en qué basará su política de seguridad? “En meterlo en cana a Insaurralde”; ¿está preocupada por el cambio climático? “No. El clima del país va a cambiar cuando Insaurralde y la Clerici estén presos”; ¿planes de vivienda? “Construir un penal de máxima seguridad que se llame ‘Martín Insaurralde’”. Pato, acaso la peorcita del primer debate, va también por el desquite en lo económico, aunque eso no figure específicamente en el temario de mañana (ni en su caja de herramientas). Llevará frases preparadas, tipo “Sergio, no sabía que Precios Cuidados pasó a ser ‘¡Cuidado con los Precios!’”. Frente a esa andanada, Chucky no podrá quedarse atrás. Estuvo hablando con sus asesores, y con sus perros, y cree tener la fórmula adecuada: “Seré un presidente inflexible. Para todos los corruptos, cadena perpetua o fusilamiento en la Plaza de Mayo. Sergio, Martín, Chocolate, Batakis, mírenme a los ojos, lean mis labios: me refiero especialmente a ustedes. Los voy a ir a buscar”.Y rematará la amenaza: “Espero que para entonces ya estén mar adentro a bordo del Bandido”.ßCarlos M. Reymundo RobertsConforme a los criterios deConocé The Trust Project