escucharescucharEl desarrollo de la tecnología, la velocidad de internet, los teléfonos inteligentes, el uso masivo y creciente de redes sociales y la escasa o nula regulación han propiciado las condiciones para un nuevo comportamiento social compulsivo, íntimo y silencioso: las apuestas online.La expansión de las apuestas deportivas y el juego online se revela como una nueva forma de vicio especialmente peligroso para los adolescentes. Los menores de edad irrumpieron con fuerza en este mercado haciendo sonar todas las alarmas. Hay estudios que revelan un dato estremecedor: el 50% de jugadores que comienzan apostando siendo menores de edad, acaban siendo adictos al juego.Tras la pandemia de Covid-19 se evidenció un nuevo fenómeno: el crecimiento de ese tipo de juegos entre adolescentes y preadolescentes. Son chicos que apuestan con el teléfono a partir de los 13 años, en grupo o solos, e incluso en horario de clases, y que están muy activos en las redes sociales, a merced de influencers que promocionan glamorosamente las apuestas en casinos virtuales.El problema se hizo tan evidente que algunas escuelas comenzaron a dar charlas de prevención y a enviar comunicados a las familias pidiendo que hablen del tema en las casas. La adicción se irá instalando, de manera más sencilla por la vulnerabilidad de los jóvenes que duplican o triplican sus chances de caer en ludopatías antes de los 20 años. Tanto los juegos de apuestas online como presenciales están prohibidos para los menores de 18 años. Sin embargo, poco se hizo para regular el acceso irrestricto a través de la tecnología y se descuida a esa franja etaria.Por ese y otros motivos, no resulta extraño que la Argentina aparezcca en un estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) como el país de la región en el que los jóvenes pasan más tiempo en internet, un promedio de cuatro horas por día.Los expertos coinciden en que es complejo poder detectar cuándo el gusto por el juego se convierte en un problema. Aconsejan estar atentos a cambios abruptos de ánimo, si están eufóricos o muy tristes de repente. También sugieren prestar atención si hablan demasiado sobre el juego o si se pasan extensos períodos usando el teléfono celular.Sobre este tipo de apuestas cabe mencionar una muy saludable y necesaria iniciativa: el proyecto presentado en agosto último por la diputada nacional Marcela Campagnoli (Coalición Cívica), que busca restringir el horario de la publicidad de los juegos de azar en línea y también circunscribir el pago de las apuestas virtuales al uso de tarjetas de débito, con el objetivo de evitar la acumulación de deudas.Se trata de prevenir el juego patológico online y evitar consecuencias perjudiciales a nivel individual, familiar y social. El proyecto contempla que la publicidad del juego en línea solo pueda exhibirse en la franja horaria que va de la una a las cinco de la mañana, ya sea tanto en televisión, radio, plataformas de contenidos de internet, redes sociales como páginas web y aplicaciones.Las publicidades no podrán en ningún caso estar orientadas a menores de 18 años y estarán prohibidas aquellas en las que participen deportistas, personajes famosos o figuras de relevancia pública. Tampoco podrán incitar directamente al consumo del usuario y estará prohibido el otorgamiento de bonos o vales de captación.El proyecto contempla que no estarán autorizadas tampoco las publicidades que difundan expectativas falsas o engañosas sobre las posibilidades de ganar ni aquellas que asocien el juego de apuesta al éxito personal, social o profesional, o se compare el juego con el trabajo, el estudio o el esfuerzo.Por otra parte, se solicita como requisito que se disponga de un procedimiento para verificar la identidad y edad del apostador y un canal de elección del jugador para comprobar su identidad mediante un doble factor o la tecnología que en el futuro lo reemplace.A pesar de las consecuencias que trae aparejadas la adicción al juego y su inicio a edades cada vez más tempranas, el proyecto presentado por la diputada Campagnoli no ha sido tratado en ninguna comisión legislativa. Los intereses en juego, valga la redundancia, son enormes. Es de esperar que la nueva integración de las Cámaras revierta esta situación y se apruebe esa iniciativa a la mayor brevedad posible.LA NACIONTemasOpiniónNota de OpinionApuestasInternetAdolescentesConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de Nota de OpinionCiencia por mujeresAnálisis. Por qué se pelean tantoPor cada necesidad, un ministerio