“Quiero ser medievalista, me quiero dedicar al arte medieval, no me importa cómo”, se autoimponía Nadia Mariana Consiglieri, una joven flechada por aquellos antiguos manuscritos hispánicos que estudiaba en la materia Historia de las Artes Plásticas II (Medieval) en la Universidad de Filosofía y Letras (FyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).“Era mi materia preferida de la cual me enamoré, allí descubrí el mundo de los códices”, rememora esta mujer de 40 años, recordando también clásicos de la literatura como El nombre de la rosa, la icónica novela del inolvidable Umberto Eco, o bien su afán por la historia del Rey Arturo (conocidos en su conjunto como “Ciclo artúrico” o “Leyenda artúrica”) como la de Tristán e Isolda (leyenda).Ella jamás habría pensado, durante sus años como estudiante universitaria que, años después de aquel anhelado deseo, sería nombrada como la Profesora Titular (concursada recientemente) de la cátedra Historia de las Artes Visuales – Edad Media, en la cual se había desempeñado, durante cuatro años, como adscripta. Un sueño hecho realidad.Sin familiares o conocidos con un pasado académico, Nadia trazó en soledad su apasionante sendero medieval que, con anterioridad, tuvo su epílogo en el mundo del arte gracias a las recorridas por museos nacionales, como el Bellas Artes (MNBA), que hacía junto a su abuelo materno, Domingo Sacco, (“un gran amante de la pintura”) y con quien, además, compartía tiempo escuchando ópera y adentrándose en la literatura italiana.Signada por la impronta de il nonno, lo primero que hizo Consiglieri al egresar del colegio secundario de su Caseros natal fue anotarse al ex Instituto Universitario Nacional de Artes (IUNA, actual UNA) donde se dictaba el Profesorado y Licenciatura en Artes Visuales. “Cuando estaba terminando la carrera, descubrí que me encantaba la historia del arte, la teoría”, explica Nadia a Infobae Cultura, en su departamento de Floresta, mientras revisa su biblioteca.Una vez relegado, por elección, aquel impulso seminal de artista plástica -en la cual se especializaba en ilustraciones tipo fábulas- Consiglieri se metió de lleno en el que sería su segundo hogar, la FFyL UBA al cual le dedicaría su tiempo como alumna y profesora.La Licenciatura en Artes fue su objetivo, que cumplió en cinco años (2010 a 2015), para luego encarar una Maestría, el Doctorado simultáneo y también hacerse un tiempo para dictar seminarios y asistir a la prestigiosa Universidad de la Sorbona, en Francia. “Está bueno tener el doble título y así adquirir la perspectiva francesa en los marcos teóricos, sobre todo los de la Edad Media”, agrega.Actualmente, Nadia también trabaja en el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) como Investigadora Asistente y, además, es Profesora Adjunta a cargo de la cátedra de Historia de las Artes Visuales – Antigüedad, en la FFyL UBA. Por último, dirige (junto a una codirectora) acompañada por seis docentes investigadores, el proyecto Bestiarios porteños. Zoomorfismos ornamentales en la arquitectura civil de la Ciudad de Buenos Aires (1880-1930), perteneciente al Instituto de Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró”, en donde investigan repertorios y programas zoomorfos que fusionan y reinterpretan tradiciones e innovaciones en los edificios civiles porteños construidos entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX.De beatos, Biblias y bestiasEl Apocalípsis de San Juan, último libro del Nuevo Testamento y, como tal, de la Biblia, fue comentado en un extenso códice por el beato de Liébana. Él fue un monje hispánico, que vivió durante el siglo XVIII, recluido en el antiguo monasterio franciscano San Martín de Turieno (actual Santo Toribio de Liébana) emplazado en la histórica comarca ubicada al suroeste de la provincia de Cantabria, España.Según Consiglieri, el Apocalípsis… es un texto hipercríptico y complejo de entender en sus significados y en su simbología, por ende, este monje escribió durante una década el minucioso Commentarium in Apocalypsin, dividido en doce libros. “Allí, el monje dio una versión propia, una intertextualidad, acudiendo a otros autores de la época, otorgándole una explicación desde el punto de vista exegético”, aporta la académica.Esta obra dio origen al término “beato”, como aquellos códices que copiaron al original (“ilustrándose individualmente, siguiendo tradiciones y tendencias iconográficas de la época”) y cuyos lugares de procedencia le darían nombre al manuscrito, por ejemplo el Beato de Saint-Sever, cuyo original se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia (París) y es el preferido de la entrevistada. “Allí hay una profusa interacción de animales, en un ambiente laberíntico en donde aparece el nombre del comitente (Gregorio de Muntaner). Es una amplia interacción, justamente de isomorfismos, es un dinamismo infinito”, señala entusiasmada Consiglieri acerca del dibujo en el que figuran tanto aves y liebres como perros y ciervos.Según ella, los beatos son una serie muy estudiada, por lo cual resultó un gran desafío hallar un aspecto inédito para indagar. “Forman parte de la identidad nacional de España. Después de Picasso (Pablo) y Goya (Francisco José de Goya y Lucientes), siguen estos manuscritos. Y pude detectar que no existía un estudio profundo de los animales en los beatos”, explica con orgullo.El primer escollo que afrontó Consiglieri para abordar su investigación era poder dar con los códices, ya que -en su mayoría- están en manos privadas o museos. Solo le quedaba la opción de acceder a las versiones digitalizadas disponibles. “Tengo que agradecer a Templum Libri, del Castillo de los Templarios en Ponferrada, por brindarme acceso diario a su colección facsimilar de Beatos, los cuales me dejaron fotografiar y estudiar, como así también al Archivo Catedralicio y a la Real Colegiata de San Isidoro, por poner a mi disposición sus colecciones de manuscritos hispánicos. El tener un facsímil, además, te da una idea del libro como objeto ya que son copias fieles de los originales”, argumentó la catedrática quien tardó cinco años en completar su tesis doctoral, además asistió (y dio ponencias) en algunos congresos medievales dictados en Europa y aplicó a una serie de becas para poder solventar sus viajes de estudio.Durante las cinco estancias que realizó en Europa, distribuidas entre Madrid, León y Asturias (España), París (Francia), Turín (Italia) y Londres (Inglaterra), Nadia acudía a los archivos de lunes a viernes (durante un mes aproximadamente) y así pasaba varias horas diarias en las ancestrales bibliotecas, sumergida entre la caligrafía y gráfica de los facsímiles de los beatos medievales. “Una cosa es estudiar en tu tierra y, otra, ir a los claustros europeos, me voló la cabeza respirar el olor a pergamino, observar las venas de las hojas y la iluminación de los códices”, relata con fervor a este medio.Para su tesis de doctorado -para optar al grado de Doctora en Historia y Teoría de las Artes (FFyL UBA) y el Doctorado en la Université Paris Sciences et Letrres (PSL) en la especialización de Estudios Medievales, dentro de la École Pratique des Hautes Études (EPHE), Consiglieri entregó a las autoridades académicas, solo en el Apéndice Fotográfico, un corpus de 700 imágenes. Ante la magnitud de tal investigación, ella debió realizar un arduo trabajo para elegir las fotografías más esenciales y representativas que formarían parte de su último libro: Los animales en los Beatos. Representación, materialidad y retórica visual de su fauna apocalíptica (ca. 900-1248), publicado por Miño & Dávila Editores, en octubre de 2022.Dicha obra está marcada como un texto de oposiciones: la figura de lo sagrado versus lo diabólico o el concepto de domesticación, contrapuesto al del salvajismo o bestialismo, bifurcan el aspecto zoomórfico analizado. “No fue previamente pensado sino que, al contrario, al organizar las imágenes de los 23 códices que estudié hice como una mirada transversal, vinculada a la clasificación de Isidoro de Sevilla, en donde surgieron estos propósitos de convencimiento de ese discurso apocalíptico”.A Consiglieri, esto la llevó a pensar que hay bestias que se vinculan más al ámbito de la domesticación y otras al espectro de lo salvaje. Y de allí le surgió otra pregunta: ¿Cómo poder agrupar a estos conjuntos de animales y entender esa lógica en base a lo que decían los códices? “En términos de lo divino y lo diabólico”, respondió.Para estructurar la investigación, la académica se adentró en el Beato de Liébana en donde radica todo el trasfondo exegético (proveniente de exégesis, interpretación objetiva del significado de un texto) con la explicación vinculada al universo cristiano como así también acudió al libro Etimologías (Etymologiae u Originum sive etymologiarum libri viginti), escrito por Isidoro de Sevilla, el eclesiástico católico español, erudito y polímata de la época visigoda. “Este libro fue casi una suerte de best seller medieval, en el sentido de que comenzó a copiarse en muchísimos monasterios hispánicos, en el centro de la península ibérica, en donde se escribían estos códices”.Los beatos, además, poseen -según la investigadora- representaciones fitomorfas (vegetales) que se combinan con las zoomorfas. “Y, dentro de ellas, está la idea de la persecución entre un animal fuerte hacia otro débil que, en el contexto islámico, es pensado como una imagen de poder del gobernante”, explica Consiglieri.La importante cuota de creatividad de los escribas monásticos, teoriza la académica, permitía que, por ejemplo, en el Beato de San Andrés de Arroyo “exista una exacerbación de cuernos, pelos, escamas y dientes, cuya heterogeneidad se multiplicó a través de los años”. Y coloca otro modelo, una de las pinturas más icónicas del arte español, el Guernica de Pablo Picasso, en donde confluyeron tres tipos de animales: toro, caballo y paloma. “Están inspiradas en el Beato de Saint-Sever, figuras apocalípticas que hacen alusión a la Guerra Civil Española, que aparecen como gritando y también figuran en algunas miniaturas apocalípticas del Beato de San Juan. Cada códice es un universo”.El zoológico medievalConsiglieri le explicó a Infobae Cultura la clasificación zoomorfa otorgada al universo de los beatos del Medioevo, que desarrolló en su último libro Los animales en los Beatos.Animales cuadrúpedos. “A los corderos y ovejas se los vinculó siempre con esta idea de obediencia y mansedumbre. Seguir y adaptarse a las reglas humanas que, exegéticamente, se puede vincular al polo de lo divino. La figura del cordero -en relación a Cristo- suele aparecer en la parte superior de los manuscritos, en cambio, el macho cabrío y el carnero se ubican en la inferior. En el caso de las liebres y los conejos, a quien se los podría clasificar como agrestes (porque no son del todo salvajes, peligrosos o domésticos) se los encuadran en representaciones marginales que en ciertos beatos, como por ejemplo en el Beato de Girona, cierran la página y aparecen como una composición visual muy lúdica, atractiva, sorpresiva e inesperada, que están funcionando en cierto punto como indicadores de lectura, cortando un poco con el contenido de lo que se viene leyendo y que sirve como para redireccionar la concentración del monje lector, a la lectio monástica”.Aves. “Son como un universo aparte porque, en general, suelen aparecer en contextos discursivos en relación a las almas puras, al polo divino, sobre todo la paloma. Hay otras que representan el mal, dentro de las que se destaca el cuervo, como si fuese el ataque de bestias apocalípticas. Por lo general, se las representan comiendo cadáveres de pecadores, abatidos por el Apocalipsis”.Peces. “Si se habla del mapamundi pisciforme ellos figuran en representación del océano. Según algunos beatos se reflejan en diferentes direcciones de nado, interactuando con islas o con embarcaciones tripuladas por humanos que caen de las naves e interactúan con las figuras zoomorfas. Es una visión un tanto apocalíptica, agregando que hay peces que se pueden identificar con los actuales, como el pez espada”.Bestias. “En los beatos más tardíos, durante los siglos XII y primera mitad del XIII, existía –desde el relato apocalíptico- una marcada exacerbación y multiplicación de las características corporales de lo bestial, de la Primera Bestia. En el Apocalipsis se hablaba de una que tenía tantos cuernos como patas, pero no se describía mucho más, entonces, esto iba un poco a la imaginación del miniaturista, a los modelos que iba siguiendo y que tenía como referencia la producción de modelos que circulaban de monasterio en monasterio y de los cuales se fue entretejiendo la tradición de los beatos”.La figura del dragónEntre las cosmogonía de formas bestiales, descriptas por Consiglieri, surgió la del dragón, foco de estudio de su tesis de máster correspondiente al Máster en Métodos y Técnicas avanzadas de Investigación Histórica, artística y Geográfica (Itinerario Historia del Arte), que defendió y aprobó en junio de 2019. Y en noviembre de 2020, este trabajo académico tomó forma de libro: El dragón de lo imaginado a lo real El simbolismo y operatividad visual en la miniatura cristiana de la plena Edad Media hispánica, publicado también por Miño & Dávila Editores, reeditado en julio de este año.Pero, ¿qué le atrapa de aquella mítica figura? “Empecé a observar en algunos beatos de los siglos XII y XIII, y en otros manuscritos hispánicos -como biblias y leccionarios- ciertas bestias híbridas con elementos dragontinos. Se las veían en muchas letras capitales, en los márgenes, entonces tomé la decisión de focalizarme en ella, soy como una dragonóloga”, dice entre risas ella quien dibujó a pulso cada una de las figuras dragontinas que se ve en el libro, para así evitar problemas de copyright.La mutación y metamorfosis del dragón fue un aspecto que llamó la atención de Consiglieri para profundizar sus estudios en este ser apocalíptico. “No como un híbrido cualquiera, sino como que se sostiene con ese rasgo de serpiente constante. Ya se ha expresado en la cabeza, o en la cola, o en las escamas, o en la piel, pero siempre mutando hacia horizontes inesperados”, enfatiza.Según la investigadora, el dragón se siguió representando más allá del siglo XIII, por ejemplo, el pintor gótico hispano-flamenco Pedro García de Benabarre (1445-1485) representó a san Miguel aniquilando al demonio. “Es una obra realizada sobre tabla perteneciente a la Escuela catalana del finales del siglo XV, que se expone en el Museo Nacional de Arte Decorativo MNAD. Es un demonio que tiene rasgos dragontinos y bestiales y, dentro de la iconografía de este arcangel, puede estar abatiendo al demonio, al anticristo o al dragón directamente: son todas expresiones de lo demoníaco”.Siguiendo con la estela del Mal, El Gran Dragón Rojo, dibujado por el célebre poeta, pintor y grabador británico William Blake, también se coló en esta conversación. “Es antropomorfo, con alas membranosa y un cuerpo casi humano que se acerca hacia la mujer, es una evolución avanzada (fines del siglo XVIII) del dragón que yo estudié”, sostiene ella quien no descarta preparar un seminario sobre la figura dragontina.— Volviendo a lo demoníaco, tu hilo de investigación se orienta hacia el inframundo, ¿por qué?— Porque el dragón occidental te lleva necesariamente a ese vínculo con lo infernal. En cambio, el dragón oriental posee un carácter positivo o benévolo. También está aquel que adquiere un uso más heráldico, en donde ese poder irrefrenable está traducido en la figura que marca a una familia o linaje. Es como una reversión de ciertos motivos y bestias en donde el carácter negativo se deja a un lado y eso se transforma en un símbolo de poder. El dragón no solamente aparece en repetidas imágenes a nivel de difusión en la cultura visual medieval, representado en la arquitectura de las catedrales, en los frisos, capiteles, pinturas o heráldica, sino también que su naturaleza está sostenida por fuentes escritas, quizás en ámbitos más doctos o restringidos como los monásticos.— Tus libros, al ser producto de tesis previas planteaban una hipótesis, como todo trabajo académico de este tipo. ¿Cuál fue en el caso del libro El dragón de los imaginado a lo real?— Toda hipótesis parte de una pregunta, que en este caso sería: ¿Por qué la figura del dragón aparece tan insistentemente representada, y de manera tan variada, no solamente en miniaturas centrales sino también en letras capitales, marcadores de lectura e incluso en los márgenes del texto? Y la respuesta a ello fue porque los dragones funcionaron como elementos atractivos a la lectura del monje y por la propia variabilidad lúdica del cuerpo dragontino que se puede adaptar al enmarque geométrico.— Sería porque, a diferencia de otros animales, su representación morfológica era muy variada…— Exacto, puede ser bípedo, cuadrúpedo, serpentario, sin alas, con distintos tipos de alas (membranosas, escamadas) y hasta terminadas en púas, esta última propia del período Gótico y del Renacimiento, que es el dragón que culturalmente perdura. Además, la figura dragontina irrumpe en la letra, por ejemplo, la cola forma parte del tabique, enganchándose a él, o puede morder el tallo de la letra o sobresalir del marco de la tipografía. Además se ven dragones en los intercolumnios de la caja de escritura, sobre todo en los códices de San Martín de León. También pueden señalar palabras con la lengua y hasta con la cola, como si fuese un señalador, o también cerrando un escrito o bien invitando al lector a pasar al folio siguiente. Vale aclarar que, la mayoría de las veces, esa inclusión dragontina no tiene relación alguna con lo que dice el texto.— Dejando de lado el abordaje académico que realizás de la figura del dragón, ¿cómo evaluás su aparición en la cultura popular, su representación en el cine o en la literatura fantástica?— Está como popularizado y refleja la persistencia cultural de cómo el dragón mutó y pervive a través de los siglos. Me encantan esos dragones realizados con la mejor tecnología y que parecen súper reales y tangibles pero, en realidad, son deudores del dragón gótico, el que se gestó en el siglo XV en el occidente europeo.— ¿Qué planes académicos tenés?— Continuaré estudiando imágenes del dragón, en este caso, abarcando contiendas con santos guerreros (como san Miguel o san Jorge) junto a los cambios e innovaciones de acuerdo a los diseños dragontinos entre los siglos XV y XVI. Y también lo analizaré en el contexto de su asociación con el universo de los reptiles y serpientes reales, que comienzan a formar parte de las colecciones de los gabinetes de curiosidades y de los estudios enmarcados en la temprana ciencia moderna. Además, quiero escribir un libro acerca de las representaciones zoomorfas en signos zodiacales y en los mapas celestes, en donde también me enfocaré en el período bajomedieval y manuscritos renacentistas.— En Argentina, existe una gran cantidad de ferias y eventos relacionados a la Edad Media, vinculados a la literatura, música, joyería, comidas y bebidas de época, entre otros aspectos. ¿Qué opinás de ello, como especialista de ese período histórico?— Que entretienen y son como revivals. A nivel académico creo que el Medioevo no se difundió mucho en los últimos años y tampoco hubo un interés de hacerlo florecer hacia el público en general. Pienso que lo medieval es tan ajeno y lejano en el tiempo que nos causa curiosidad. Solo forma parte de un imaginario cultural que lo vemos reflejado en la literatura, el cine y las series.