Este viernes 5 de septiembre llega a los cines ‘El talento’, película dirigida por Polo Menárguez (‘El plan’, ‘Dos amigos’) basada en la novela ‘La señorita Else’ que publicó Arthur Schnitzler allá por 1924 y que propone un intenso drama psicológico donde una joven ve cómo la presión social y las expectativas ponen a prueba su dignidad. Ester Expósito lidera el reparto de la adaptación de una historia escrita hace un siglo que, en palabras de sus protagonistas, es dolorosamente actual.”Seguimos pensando que al cuerpo de la mujer se le puede poner un precio y comprarlo”, reflexiona Ester Expósito en una entrevista concedida a Europa Press sobre la posibilidad de trasladar un relato de hace cien años a una película ambientada en el presente. La actriz reconoce haberse sentido interpelada por el viaje de Elsa, quien atraviesa una pérdida de inocencia al “estar bajo la mirada de una sociedad que evalúa y tasa el cuerpo de la mujer”: “Todo ese viaje y cómo se convierte en un objeto para algunos es lo que más me movía porque me sentía identificada en ciertos aspectos”.Pedro Casablanc, que interpreta a Ignacio en el largometraje, coincide con la idea planteada por Expósito sobre lo alarmante que es la vigencia de los temas que trata el relato original: “‘El talento’ nos dice que todavía queda mucho por reflexionar y mucho por cambiar”. Una afirmación que la protagonista complementa desde lo personal, al admitir que en su trayectoria artística ha sentido de algún modo la presión de esa “mirada masculina” a la que está sometida su personaje.Expósito reconoce otro paralelismo íntimo con Elsa, la dificultad de separar el trabajo de su vida personal. “Me cuesta mucho despegarme de un proyecto cuando lo empiezo, suelo estar siempre en mi cabeza dándole vueltas a todo”, confiesa la intérprete. “Me gustaría aprender a hacer que eso no sea algo que me genere ansiedad, sino que me conecte con el personaje, la historia, y sea un proceso de exploración del personaje y no un proceso doloroso”.EL PRECIO DEL TALENTOSegún el equipo de la cinta, la película se perfila como un retrato de renuncias, heridas y rebeliones, pero también como una invitación a recuperar el control sobre uno mismo. La cosificación de la que habla Expósito se traslada a la propia noción de talento al situar a Elsa en el centro de atención por su virtuosismo con el chelo, lo que, subrayan, abre preguntas sobre las caras ocultas de como un don puede ser liberador y, al mismo tiempo, una carga.”El talento exige renuncias siempre, pero te abre puertas a otras cosas”, resume el actor Juan Pablo Fuentes, en una idea con la que coincide Mirela Balic: “El talento requiere renuncias y ajustes, te tienes que adaptar a todo”.https://www.youtube.com/watch?v=339rwJZYGZ0El debate sobre si abrir esas puertas merece la pena cuando es a costa de renuncias personales lo inicia Fernando León de Aranoa, coguionista y productor de la cinta: “Cuando tienes un talento, tener que renunciar a él lo hace muy difícil. Nadie está libre de que nos veamos en una situación entre elegir ser fieles a nuestros principios o comprometerlos por decisiones de conveniencia. Pero si para desarrollar ese talento tienes que comprometer tu dignidad… Es una de las preguntas que hace la película directamente al espectador: hasta dónde estás dispuesto a llegar. Mi experiencia me ha enseñado que se puede y se debe decir que no”.Para Polo Menárguez, director del proyecto, la respuesta no es sencilla: “El talento ignorado genera muchísima frustración y una personalidad rencorosa y estropeada”. Sin embargo, subraya que existe un reverso posible: “En cambio, en el talento donde alguien se aprovecha de ti hay espacio para la rebeldía y de lo que yo creo que habla la película es de eso e incita a ello”.En este mismo sentido, Casablanc advierte de la dureza de enfrentarse a una sociedad que a menudo valora más la habilidad que a la persona: “Pasa mucho que a todos estos que hablan de tu talento no les importas nada. Lo difícil también es gestionar si tu talento es realmente una proyección y una forma de vivir”.En un contexto donde son tantos los ojos externos que opinan, juzgan o proyectan sobre el talento, tanto Casablanc como Fuentes coinciden en que lo esencial es que sea el propio individuo quien tome las riendas. “Tú no vas a tener nunca el control de la persona que está hablando de tu trabajo, entonces lo mejor que te puede pasar es, más que otros lo reconozcan, ser consciente tú mismo de él y saber explotarlo”, concluye Fuentes.