Videos hallados en los dispositivos digitales de Sajid Akram y su hijo Naveed muestran rutinas de entrenamiento con armas, desplazamientos portando armamento en zonas rurales de Nueva Gales del Sur y mensajes con motivaciones religiosas y políticas. Este material, al que accedió la cadena ABC con autorización judicial, permitió a los investigadores australianos establecer que tanto la radicalización como la organización logística del ataque en Bondi Beach ocurrieron en territorio australiano, sin intervención ni contacto con actores extranjeros. Según consignó ABC, la revisión detallada de archivos audiovisuales y escritos extraídos tras el atentado del 14 de diciembre, evidencia que toda la planificación y preparación de los autores fue interna, descartando vínculos internacionales o influencias fuera del país.De acuerdo con la información relatada por ABC, agentes policiales y peritos accedieron a teléfonos móviles y computadoras pertenecientes a Sajid y Naveed Akram. El análisis de estos dispositivos permitió identificar videos de sesiones de instrucción con armas de fuego y maniobras inspiradas en tácticas militares, desarrolladas exclusivamente dentro de Australia. Esta evidencia fue decisiva para la conclusión policial que desechó versiones iniciales sobre posible entrenamiento en el extranjero, confirmando una autorradicalización local.El medio australiano reportó que las pruebas digitales incluyen grabaciones de Naveed Akram recitando versos del Corán poco antes de ejecutar el ataque. Los investigadores consideraron estos registros como indicios claros de que la justificación religiosa influyó en la selección del objetivo y en la fecha de la acción violenta. Además, ABC informó sobre mensajes y escritos de carácter ideológico localizados en los dispositivos, donde los atacantes emiten juicios y amenazas contra personas que identifican como “sionistas”. Este contenido ayudó a la policía a interpretar los motivos detrás del acto perpetrado durante la celebración de Janucá en Bondi Beach, evento que reunió a unas 2.000 personas.Según describió ABC, autoridades de Filipinas negaron cualquier tipo de relación entre Sajid y Naveed Akram y campamentos de entrenamiento ubicados en su país. Esta declaración, sumada a los hallazgos en los dispositivos electrónicos de los atacantes, respaldó la hipótesis oficial de que la autorradicalización y preparación sucedieron dentro de fronteras australianas, sin intervención de organizaciones foráneas.ABC resaltó que, tras el atentado, el saldo fue de quince personas muertas y cuarenta y dos heridas, uno de los episodios de violencia sectaria más graves de los últimos años en Australia. La policía informó al medio que los atacantes portaban tres armas de fuego e intentaron detonar cuatro artefactos explosivos de fabricación casera, los cuales finalmente no funcionaron. Según datos policiales citados por la cadena, el fallo de los explosivos redujo el número de víctimas fatales, ya que su potencial destructivo era mucho mayor.Durante el enfrentamiento que siguió al ataque, Sajid Akram murió en el lugar, mientras que Naveed Akram fue arrestado y permanece bajo custodia, según los reportes oficiales recogidos por ABC. El material decomisado sirvió además como base para los cincuenta y nueve cargos penales presentados ante la justicia contra Naveed Akram. Entre los elementos incorporados al expediente figuran grabaciones y mensajes de tono hostil dirigidos a personas identificadas como “sionistas”, fortaleciendo la acusación relativa a motivaciones ideológicas y religiosas para ejecutar el atentado.A raíz del proceso de investigación, portavoces policiales consultados por ABC insistieron en la importancia de estudiar y entender los procesos de radicalización interna, subrayando que el caso de los Akram demuestra la capacidad de individuos para planificar y perpetrar actos de violencia extrema de manera local e independiente. La publicación parcial de estos registros, una vez levantado el secreto de sumario, permitió a la sociedad australiana acceder a información relevante sobre los procedimientos judiciales y contribuyó a la revisión de estrategias institucionales de prevención.El reporte de la cadena ABC indicó que la exhibición de las pruebas modificó la percepción ciudadana sobre la posibilidad de ataques internos, llevando a replantar las estrategias de coordinación entre agencias policiales, judiciales y de seguridad. Las investigaciones sobre el atentado derivaron en la actualización de protocolos de prevención, así como en el desarrollo de nuevas tácticas de seguimiento y análisis para detectar casos de autorradicalización. Especialistas consultados por el medio destacaron que la ausencia total de conexión con estructuras externas sienta un precedente a considerar en futuras investigaciones y en el diseño de mecanismos de contención temprana.De acuerdo con ABC, tanto la documentación judicial como los testimonios y archivos multimedia asignados al caso continúan informando y orientando las medidas adoptadas para afrontar hechos similares. El escrutinio de los materiales incautados permitió identificar patrones de conducta asociados a radicalización ideológica y religiosa, lo que orientó la capacitación de los equipos policiales y la adaptación de políticas de vigilancia comunitaria. Las autoridades entrevistadas enfatizaron que el expediente de Bondi Beach proporciona un marco de referencia indispensable para abordar la amenaza que implican procesos de autorradicalización de origen local. La experiencia adquirida impulsa además iniciativas de cooperación interinstitucional para anticipar y neutralizar riesgos asociados a comportamientos extremistas detectados en fases tempranas, según recapitula la cobertura de ABC.
