La imagen que asociamos a las fechas navideñas no siempre son un reflejo de la realidad. No todas las personas pueden disfrutar de las fiestas con días de vacaciones, mesas repletas de comidas y rodeados de familiares. En el entorno militar, una Navidad fuera de casa es un escenario que muchos de los profesionales han vivido y viven. Muchas de las misiones internacionales no permiten descanso. Además, la multitud de despliegues que tiene España hace que puedan experimentarse desde muchos puntos distintos del planeta con culturas totalmente diferentes.La hermandad y el compañerismo siempre figura como una característica insustituible para un militar en el exterior. En plena Navidad, ante la falta de la compañía familiar, los lazos entre compañeros se vuelven más fuertes. Estos vínculos pueden ser también con personas con idiomas y culturas distintas, pues en la mayoría de las misiones conviven diferentes ejércitos bajo distintas banderas.El capitán de fragata Jorge Fernández de Navarrete, desde el Mar Rojo a bordo de la ‘Victoria’, explica su experiencia de afrontar estas fechas en alta mar y detalla cómo lo afronta este año. El comandante Jesús Aguirre, desde Bangui, capital de República Centroafricana, relata anécdotas en otras misiones y reconoce lo difícil que es alejarse de sus siete hijos. Por su parte, el teniente Jesús Latre, desplegado en Rumanía, destaca la visión del compañerismo y la “gran familia” en la que se convierten las misiones militares.Navidad en un despliegue militar“Se vive la sensación principal de tristeza. Son unos días para estar con la familia, en los que todo el mundo se acuerda de ella. Aunque hoy en día tenemos facilidades para comunicarnos, no da tiempo a llamar a todo el mundo”, explica Fernández de Navarrete desde la fragata Victoria en aguas del Mar Rojo. Reconoce que “lo más duro es convivir con un grupo de gente que uno no ha elegido”, pero, a su vez, cree que esto se convierte en lo más positivo porque “el compañerismo se arraiga todavía más”.“Esta es la segunda vez que paso la Navidad fuera de casa. La primera fue en Bosnia, cuando era joven teniente”, dice el comandante Jesús Aguirre desde Bangui, en República Centroafricana. “Intentamos pasarla como en España, en familia, aunque aquí la familia son los compañeros”. Relata que organizan cenas especiales y cantan villancicos para acercarse a las tradiciones, de forma que “en Nochevieja no faltan las uvas”. Aguirre señala como lo más difícil “estar lejos de la familia, sobre todo si tienes niños pequeños”.Su caso es especialmente llamativo y complicado. Tiene siete hijos que, en 2025, no podrá abrazar tras las 12 campanadas. No obstante, al igual que Fernández de Navarrete, resalta que, gracias a su misión, otras familias con situaciones más complejas podrán disfrutar. La Armada ha permitido que 47 familias puedan estar juntas en Navidad gracias a rescatarlas de ataques piratas. Por su parte, Aguirre cuenta la parte más “gratificante”, ya que, gracias a donaciones realizadas desde España, repartirán en Bangui durante estos días recursos en organizaciones sociales u orfanatos.“Somos una pequeña gran familia y el compañerismo es fundamental para pasar estas fechas”, afirma desde Rumanía el teniente Jesús Latre. “Nos apoyamos mucho todos, estamos en la misma situación y celebramos juntos las fechas importantes”, añade. Destaca que organizan comidas especiales y pequeñas actividades para reunirse y mantener el ánimo. “El hecho de estar juntos y apoyarnos hace que la Navidad, aunque diferente, no sea peor. Ese compañerismo marca la diferencia y nos ayuda a sentirnos acompañados lejos de casa”, describe el teniente.Las 12 campanadas en una patrulla en BosniaEn la conversación, el comandante Jesús Aguirre recuerda una anécdota de su primera misión en 2006, cuando su sección debía patrullar durante la Nochevieja en Bosnia. “Nos pillaba de lleno la patrulla con las campanadas”, relata. Para mantener la tradición, un soldado propuso llevar una cacerola y una cuchara de madera. “Paramos cinco minutos antes de las doce, llevamos nuestras uvas y, con el reloj en la mano, uno tocó doce campanadas hechas con la cacerola”, cuenta Aguirre.Toda la sección celebró el momento, se felicitó el año nuevo y continuó la patrulla. “Se intenta mantener la tradición y el buen humor, incluso lejos de casa”, resume. Tras unos minutos de abrazos y sentimientos, volvieron a su cometido. Dos décadas después, el mismo Aguirre afronta esta situación, aunque, esta vez, podrá celebrarlo en la base. El comandante de la fragata ‘Victoria’ entrará al nuevo año desde un buque, mientras que el teniente Jesús Latre lo hará en suelo rumano, rodeado de sus compañeros.
