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Alejandro Magno: el lado más humano del gran conquistador

La obra más reciente dedicada a la figura de Alejandro Magno aporta una revisión profunda sobre la percepción del conquistador macedonio, subrayando el contraste entre el mito y su humanidad. La historiadora Rachel Kousser, en su libro Alejandro en el fin del mundo, reexamina los últimos años del líder, alejándose de la épica tradicional para explorar la tensión entre el excepcionalismo de Alejandro y su condición humana. Esta perspectiva permite replantear el legado alejandrino: más que representar la síntesis absoluta de Oriente y Occidente, el triunfo de Alejandro marca una redefinición de la monarquía y de las relaciones entre culturas, aunque quedó truncado por su muerte prematura y la falta de una sucesión definida.En este análisis, Kousser dirige la atención hacia el periodo que sigue a la conquista del Imperio persa entre los años 334 y 330 a.C., descendiendo al deterioro personal de Alejandro tras sus grandes campañas, y a la transformación experimentada por su ejército y colaboradores en los territorios conquistados. Durante esa etapa, el rey no solamente derrota al imperio aqueménida, sino que lleva a sus hombres hasta el río Indo y enfrenta al rey indio Poros y sus elefantes, para regresar finalmente a Babilonia, escenario de sus últimos días y del dolor por la muerte de Hefestión, su más cercano compañero. La autora recalca la desafección y el desgaste en los generales y soldados, así como la progresiva orientalización de Alejandro, que provoca desconfianza entre los macedonios. La distancia con Grecia y la exposición a geografías y costumbres desconocidas ahondan ese sentimiento de alienación en sus tropas, inmersas en un entorno cultural que se extiende desde Irán hasta el Indostán, pasando por regiones como Afganistán y Pakistán.El ensayo de Rachel Kousser adquiere relevancia al desafiar el patrón habitual en las biografías de Alejandro, centradas en batallas icónicas como Isos o Gaugamela, o en la gesta de recorrer el mundo conocido desde Macedonia hasta los confines de la India. Para Kousser, el mérito reside en priorizar el deterioro humano frente a la gloria heroica, y en mostrar cómo el rey afrontó el reto de gobernar un inmenso territorio multiétnico después de la conquista. Así, subraya el agotamiento psicológico de Alejandro, la fractura entre sus ambiciones y la realidad de sus hombres, además de la resistencia frente a su intento de adoptar fórmulas de gobierno y ritos orientales, percibidos por muchos de sus seguidores como una traición a los valores griegos y macedonios.Algunos especialistas han señalado que el imperio alejandrino no constituye un experimento absolutamente inédito. En realidad, parte del éxito de Alejandro radica en haber absorbido con pragmatismo la administración persa, que ya había demostrado ser eficaz en el control de un vasto y diverso territorio. Otra crítica apunta a que la edición en español de la obra invita a los lectores a descargar la bibliografía del sitio web de la editorial, en lugar de incluirla en el libro impreso. Sin embargo, estos detalles resultan secundarios frente al logro principal del libro, que según la autora recuerda “una y otra vez que Alejandro, además de ser un estadista excepcional, no dejó nunca de ser humano, a veces incluso hasta demasiado humano; o si se prefiere, heroicamente humano, paradójicamente casi un dios entre los hombres”.En definitiva, el valor de este ensayo reside en su capacidad para poner en diálogo rigor académico y divulgación sin caer en la idealización, exponiendo las luces y sombras de un personaje cuya vida sigue fascinando a historiadores y lectores.

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