>LA NACION>Revista JardínA 70 kilómetros de Buenos Aires, el jardín de la paisajista Anita Maiquez muestra su lado más silvestre, en consonancia con la arquitectura y la suma de materiales reciclados que dan vida al diseño. 8 de junio de 202205:19Con los recursos obtenidos en su paso por Bellas Artes más una desarrollada intuición, Anita Maiquez comenzó su camino hacia el diseño del paisaje.Mientras estudiaba Paisajismo en el Instituto Superior de Diseño Integral, trabajaba con Alejandra de Dominicis e iba ganando experiencia. Luego conoció a Amalia Robredo y, junto con un grupo de argentinos, realizó un curso con Piet Oudolf en 2015. En sus palabras: “¡Me cambió la cabeza y hasta la vida!”.Hoy vive en La Tapera, un barrio a unos 70 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, donde reina la naturaleza.La vivienda, de estilo bien rústico y descontracturado como el jardín“Este es un barrio bastante rural, entonces no se intervienen las banquinas, se dejan sectores de pastos largos, casi nadie usa agroquímicos. Hay una cantidad enorme de vida silvestre, se llena de pájaros, mariposas, abejas, bichitos de todo tipo, últimamente incluso ardillas”, comenta Anita.PLANTAS NATIVAS: CÓMO CULTIVAR TUS PROPIAS ESPECIES AUTÓCTONAS, PARA PRINCIPIANTESMe di cuenta de que tengo un cliché con la vegetación de estepa, y me gusta tratar de imitarla, agregando ritmos escultóricos con especies más complejasLa casa se hizo a partir de la tapera original de la estancia, que era el puesto de un encargado. Estaba abandonada y la fueron ampliando de a poco. Hoy funciona allí su estudio, contiguo a la vivienda.“En realidad, está orientada al revés, mirando al Sur, porque no quería sacar ni uno de los pinos existentes (Pinus elliottii). Resulta un poco fría en invierno, pero estoy conforme de haber sido fiel a mis sentimientos”.Grandes cuadrados delimitados por bordes de madera combinan stipas y Salvia greggii –sello indiscutido de Anita– con gauras, rosas y nepetasLa estructura arbórea ya se encontraba en el lugar, solo agregó un montecito de aguaribay, uno de espinillos y dos ceibos. El jardín se fue haciendo a medida que creció su dueña y a medida que creció el rancho.Lo empezó a diseñar apenas nació su primera hija y, en ese momento, planteó un proyecto de líneas rectas. La soltura la dan las especies y la construcción, que es bien rústica, de materiales nobles, casi en su totalidad de madera reciclada.La pradera se sitúa en un terreno adyacente que fue adquirido más tarde. Se fue desmalezando de a poco, dejando aparecer la festuca, las deyeuxias y conservando algún que otro cardo para dar un toque con su porte original”Es un jardín muy cambiante, como yo. Si yo estoy motivada, está precioso; si no, se refleja directamente. Evoluciona e involuciona permanentemente, como yo misma” Aunque si replanteara el jardín lo haría más orgánico y más autóctono, reconoce la belleza en este espacio libre, descontracturado y muy poco intervenido.Se trata de un jardín más bien silvestre, suelto, donde van apareciendo plantas espontáneamente y ahí quedan. “Es mi parte preferida, cuando aparecen zinias donde no sembré, verbenas, nicotianas, eupatoriums”.Bajo los Pinus elliottii que la paisajista no quiso sacar, pese a que daban mucha sombra a su jardín, un lugar de descanso al borde de la piletaTiene varios canteros con stipas –sus plantas preferidas–, gauras, salvias, escabiosas, nepetas. Cuando compró el terreno lindero, estaba lleno de carda de cardar (Dipsacus fullonum). A partir de desmalezados selectivos comenzó a llegar la festuca y algunas deyeuxias y se formó una praderita muy natural.CLARA BILLOCH COMPARTE SUS SECRETOS DE EXPERTA PARA TENER UN JARDÍN LLENO DE FLORES”Mi jardín es un espacio de observación. Las plantas se dejan ser y eso es lo que observo: el ciclo de cada una en su forma más natural, para después analizar cómo las aplico para mis clientes” A los cardos los deja en pequeños sectores ya que son muy vistosos, pero los poda antes de que semillen para que no resulten muy invasores.El jardín está sectorizado en el espacio de juegos para los niños –bajo los antiguos pinos–, el sector de la pileta –rodeada de gramíneas y anuales– y el sector hacia donde se dirigen las visuales desde la galería.Stipas, Salvia greggii, gauras, rosas y nepetas en un cantero cercano a la casaTambién está armando un fogonero junto a la parrilla, sobre el solado de binder. “Me gustan mucho los sectores con granza o binder, la madera, las piedras, los materiales que son propios del entorno, pero no aparecen si no los sumamos nosotros”.Ella siempre vivió en el campo, rodeada de naturaleza. Y es esta la que domina, la que impone sus ciclos y equilibra el ecosistema a su manera.La pileta se funde con el paisaje al estar pintada de negro y con un cerco con alambres tensados y postes de madera oscuros que pasan inadvertidos. Atrás se dejó crecer la flora silvestre, conformando una pradera“Ya que no uso ningún agroquímico, a veces me ganan las hormigas, y la gramilla sobre todo; y yo me relajo: ya que sé que a la naturaleza hay que respetarla y si las hormigas necesitan alimento, pues que lo tomen, tampoco es tan grave”. Se propone el desafío de ser cada vez más sustentable. Es que en esencia la búsqueda es un jardín lleno de vida.LA NACIONSeguí leyendoEl “método Waldorf” para el jardín. Te contamos qué son y para que sirven los preparados biodinámicosDormir con plantas. Qué hay detrás del viejo mito de que las plantas consumen nuestro oxígeno durante la nocheEn el Día del Medio Ambiente. 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