Uma Mani vive en la ciudad de Chennai, al este de India. Ya era una mujer madura cuando comenzó a pintar. Y se aproximaba a los cincuenta años cuando aprendió a nadar. Más exactamente, a bucear. Entonces todo, las pinturas, el buceo, el correr de los días, quedó ligado por un único y delicado hilo: los arrecifes de coral.Así lo cuenta Coral Woman, película de la realizadora Priya Thuvassery que no se ocupa en reconstruir la vida de Uma Mani (nada sabemos de su existencia antes de los lienzos, los acrílicos y la obsesión por los corales), sino de registrar el puro presente de alguien tan poco conocido como singular.Frente a las cámaras, Uma Mani cuenta que se interesó por los arrecifes de coral luego de ver un documental. Que a partir de ese momento comenzó a pintarlos, una y otra vez, recreando en su casa de Chennai el silencioso universo de esos animales-plantas (con perdón de las precisiones biológicas). Hasta que una anomalía se le hizo intolerable: ¿cómo recrear algo que nunca había visto con los propios ojos? Así llegaron las clases de buceo. Las inmersiones. La nueva vida, ésa que retrata Coral Woman y cuyo inicio Uma Mani sintetiza en una frase: “El agua me envolvió y aceptó”.Fotograma de la película Coral WomangentilezaLa película integra la programación del Patagonia Eco Film Fest que se llevará a cabo, entre el 1° y el 5 de septiembre, en Puerto Madryn (también tendrá una edición virtual: www.patagoniaecofilmfest.com). Y realmente tiene sentido que forme parte de un evento de este tipo porque, al igual que el mar que recibió a Uma Mani, el relato construido por Priya Thuvassery, sus imágenes, la sutil banda de sonido, la voz y las acciones de la protagonista, nos envuelven y acompañan.“Me fascinaba esta mujer que aprendió a nadar solo para ver corales –comenta Thuvassery en un artículo publicado por el sitio Scroll.in–, pero no me podía imaginar filmando bajo el agua. No tenía ni los recursos ni la tecnología”. Un poco imitando a la que sería la heroína de su documental, la realizadora movió una pieza, otra y otra –equipo capaz de filmar bajo el agua incluido–, hasta lograr el objetivo. No tomó clases de buceo, pero aprendió a usar el snorkel. De ese modo logró una de las mejores escenas de la película: directora y artista sumergidas, tomadas de la mano, el género de las prendas que las cubren –estamos en India– flotando a su alrededor, una de ellas ofrendando su mundo a la otra. Y viceversa.Pero no todo es lírico en el film. “Tus hijos no podrán ver los corales. Los verán solo en fotos”, se escucha en una escena. La voz es la de Uma Mani, siempre suave, sin estridencias. El efecto, el de un mazazo. Como espectadores, venimos de zambullirnos con ella. Atisbamos los cardúmenes que se arremolinan en los arrecifes. La pintora-buceadora nos instruyó sobre la diversidad, complejidad y riqueza de la vida que se agita en estas colonias. Nos dejamos hechizar por esos multicolores bosques subacuáticos.Y sobreviene el golpe. Se escucha el testimonio de un biólogo marino. Se filman una serie de inmersiones en zonas de mar dañado. Nada para ver, salvo esqueletos porosos que alguna vez fueron ese extraño ser –una colonia de pequeños individuos– llamado coral; restos de gris en lo que era una explosión de color, quietud donde alguna vez pululaban los peces. “Un cementerio bajo el agua”, describe la buceadora.Como suele ocurrir, lo que nació como berretín personal se convirtió en proclama pública. Hoy Uma Mani pinta, bucea, pero también encara una cruzada en defensa de los arrecifes de coral. La polución marina los venía cercando, el calentamiento global los está aniquilando, alerta.Nos habla, les habla a nuestros hijos y a la capacidad humana de hacer real lo que parecía imposible. Por caso, no resignarse a la deriva de un mundo cada vez más estrecho y estéril.Diana Fernández IrustaTemasManuscritoConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de ManuscritoManuscrito. Egle Martin, una despedida musicalManuscrito. Cartas para escucharManuscrito. Los sonidos cuando se juntan