La mañana del 1 de marzo de 2023 será un momento bisagra en la historia del colegio Cardenal Newman. Por primera vez en su historia, unas 83 niñas de entre tres y cinco años, vistiendo chombas con el escudo del colegio, ingresarán a la institución para iniciar jardín de infantes. El nuevo grupo de niñas, que representará el 40% del total del Kinder, romperá así una tradición de más de 75 años, instaurada en 1947, cuando los Christian Brothers fundaron en Buenos Aires este colegio como un instituto de enseñanza únicamente de varones.Pero el tradicional colegio sanisidrense no será el único en modificar su modalidad educativa. 2023 también será un año de grandes cambios para el Michael Ham de Vicente López, que comenzará a recibir niños en su nuevo nivel inicial; y para los colegios Santa Inés, de mujeres, y San Juan el Precursor, de varones, que este año anunciaron su fusión. A la movida tal vez se sume, en los próximos ciclos lectivos, el antiguo Colegio del Salvador, propiedad de los Jesuitas, que, luego de numerosas encuestas realizadas a sus familias sobre la posibilidad de incorporar alumnado femenino, se encuentra actualmente en “un proceso de discernimiento sobre esta opción”, indican sus voceros.“Creemos que hay un cambio de paradigma en la sociedad y en la educación. Y, así como en el momento de la fundación de ambos colegios se buscó una opción para las familias de esa época, hoy estamos buscando una opción para las familias de hoy. En su gran mayoría, actualmente los padres buscan colegios mixtos. Quieren que sus hijos varones se relacionen con mujeres, y viceversa”, afirman miembros del Consejo de Integración de los colegios San Juan y Santa Inés.Las nenas del Santa Inés, que en 2023 se fusionará con San Juan el Precursor (archivo/)Para tomar la decisión de integrar ambas instituciones educativas, ubicadas a seis cuadras de distancia, en el casco histórico de San Isidro, los directivos realizaron encuestas, contrataron a especialistas nacionales e internacionales, y consultaron, también, a algunos de los fundadores de ambos colegios. Se observó que, más allá de las diferencias de opiniones, entre los padres consultados, el factor practicidad pesa: “Los dos colegios comparten más del 50% de sus familias. Hoy, la mayoría de las madres ya no se queda en su casa, sino que sale a trabajar. Entonces, las familias necesitan simplificar, llevar a sus hijos a un mismo colegio”, destacan las fuentes consultadas. El nuevo colegio, que empezará a gestarse el próximo año de manera escalonada, todavía no tiene un nombre definido.Cada uno de estos nuevos proyectos implica, además de un cambio de paradigma, modificaciones edilicias y, por ende, inversiones. El proyecto del Kinder del Newman, por ejemplo, conllevó la construcción de un nuevo edificio de 1911 metros cuadrados con ingreso por la calle Blanco Encalada. Mientras que el edificio donde funciona su nivel primario, que empezará a recibir mujeres de manera progresiva desde 2024, se irá ampliando con la llegada de nuevos alumnos y alumnas. La idea es que las niñas que empiezan 2023 en su nuevo jardín de infantes permanezcan en el colegio hasta llegar a primaria y, luego, a secundaria.No se hacen mixtos: mujeres por un lado, varones por el otroPero, en su caso, como también en el de otros colegios, empezar a recibir estudiantes de ambos sexos no significa instaurar un modelo de educación mixta. En el Newman, mientras los niños y niñas compartirán clase en Kinder, en primaria y secundaria estudiarán bajo la modalidad de co-educación, lo que significa que cursarán gran parte de las materias en clases separadas. “Teniendo en cuenta la importancia del enriquecimiento de los vínculos sociales entre niños y niñas, todos compartirán proyectos de determinadas áreas y actividades, tales como algunos recreos, convivencias, celebraciones especiales, etc. El objetivo es crear una sólida identidad de las alumnas mujeres en Newman”, afirman fuentes del colegio.Un aula exclusiva para varones en Los Robles, que tiene una modalidad co-educativa ( mariana Roveda/)Diferente -y tal vez único- es el sistema que propone el Consejo de Integración de los colegios San Juan y Santa Inés. No cuadra perfectamente dentro del esquema mixto ni tampoco dentro del diferencial. Los directivos lo llaman modalidad “mixto flexible”. Según aclaran desde el consejo, la modalidad establecida va a variar “según las materias, el proyecto y las características propias de cada camada”. “El sistema se adapta: puede haber clases mixtas y clases por separado. La elección también va a depender de la cantidad de varones y mujeres que haya en esa camada”, agregan.En Los Robles, los recreos son mixtos (mariana roveda/)Los colegios no mixtos, ¿sobreviven?En el país, cada vez son menos los colegios que educan solo a mujeres o a varones. A nivel nacional, hay 215 escuelas de nivel inicial, primarias y secundarias con matrícula total del mismo sexo. Todas estas pertenecen al sistema privado y representan el 1,7% del total de las escuelas no estatales.11 de estos establecimientos educativos se encuentran en la provincia de Buenos Aires, entre los que se destacan, además de los ya nombrados, el colegio Los Molinos y el Buen Ayre, ubicados en Olivos y Beccar respectivamente, y Los Candiles y Los Caminos, en Pilar. Por su parte, en la Ciudad de Buenos Aires hay 16 escuelas de gestión privada de modalidad no mixta, de las cuales 12 son de mujeres. Entre estas, se encuentran el Jesús María, el Colegio del Salvador, el San Pablo y el San Martín de Tours. La mayoría de los colegios que mantienen esta modalidad tienen estrechos vínculos con la Iglesia católica, mientras que unos pocos están ligados a la comunidad judía.Desde la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), destacan la gran cantidad de socios que en las últimas décadas abandonaron la modalidad diferenciada. Pero también afirman que todavía tienen socios no mixtos. “Muchos prefieren mantener su proyecto educativo así, porque así fue en el origen y porque la filosofía y el reglamento de la escuela están basados en ese modelo. Si hay algo que caracteriza a la enseñanza privada es la libertad. Las familias que eligen los colegios no mixtos los eligen con esa particularidad”, suma Martín Zurita, titular de la Aiepba.Muchas de las comunidades educativas y los colegios que defienden este sistema no solo lo hacen por tradición, sino también por convicción. Las bibliografías sobre educación y los expertos en este campo se dividen entre quienes argumentan los beneficios del sistema mixto y quienes, por el otro lado, enfatizan sus desventajas y hablan sobre la modalidad diferenciada como un modelo superador. Los que pertenecen a este último grupo destacan como principal fundamento que, según estudios, el rendimiento académico de las niñas baja cuando comparten clase con niños.El colegio Los Robles, que recibe varones y mujeres pero bajo un modelo co-educativo, es uno de lo que defiende esta idea. “No estamos en contra del modelo mixto, pero a nosotros nos cierra que en algunos momentos estén separados. Los varones y mujeres tienen momentos madurativos obviamente distintos. También, generalmente, algunos intereses distintos. Entonces, la forma en la que un docente se comunica y educa a un grupo solo de varones o solo de mujeres, es distinta”, afirma Alejandro de Otto Gilotaux, director de primaria de Los Robles.Hace unos 20 años, el colegio hizo su propio experimento con estudiantes de sexto grado. “Mezclamos varones y mujeres en una clase durante 30 días. En ese tiempo notamos que las mujeres bajaron su rendimiento, su participación en clase y sus calificaciones. Ahí dijimos: ‘no, no los mezclemos, pero trabajemos en la interacción de ambos grupos para que las chicas aprendan a moverse en un mundo con varones y viceversa. Y ahí empezamos a hacer más actividades mixtas. Hoy comparten, además de los recreos, las clases de catequesis, los campamentos y los proyectos de ciencia”, suma.Desde una postura diferente, hay directivos que afirman, también desde sus propias experiencias, que el nivel académico femenino no necesariamente baja al estudiar con varones. Entre ellos, se encuentra Alejandra Tejón, directora académica del Northlands, colegio antiguamente de mujeres cuya sede de Olivos se volvió mixta en el 2000. Hoy, 22 años después, Tejón afirma que también hay investigaciones que dicen lo contrario. “Creo que el modelo mixto es totalmente positivo. Ayuda a enriquecer la mirada y aprender en un contexto que es el mismo que tiene la sociedad. Es lo natural, la diversidad enriquece”, suma.“Me parece positivo que en una sociedad las familias puedan contar con distintos modelos educativos y elegir el que mejor responda a sus familias”, indica Sofía Cinto, directora de Comunicación y Familia de Apdes, la organización educativa propietaria de 14 colegios a lo largo del país, todos de modalidad diferenciada, entre estos, Los Molinos, de varones, y el Buen Ayre, de mujeres. Hace poco, la organización realizó una encuesta dirigida a sus alumnos y egresados que abarcaba diferentes temas. “En la encuesta, no hubo ni un solo comentario sobre la necesidad de irse a un colegio mixto”, afirma Cinto.La directiva defiende la educación diferenciada como una “opción pedagógica que facilita la personalización educativa”. También opina que hoy la mayoría de los padres no eligen un colegio por tener modalidad mixta o diferenciada, sino por su misión y su proyecto pedagógico. De todas formas, acepta que para la comunidad educativa que comparten Los Molinos y el Buen Ayre sí es una complicación el hecho de que las dos instituciones estén ubicadas a más de 8 kilómetros de distancia. “Todos los años volvemos a pensar cómo logísticamente podemos solucionar esa distancia”, dice Cinto.“Éramos 5 mujeres y 90 varones”, la complicación de cambiar de modalidadColegios como el Champagnat, el Northlands y el San Jorge de Quilmes eligieron dejar atrás la educación diferenciada en las últimas décadas. Directivos y estudiantes de algunas de estas instituciones confirman lo imaginable: los primeros años no fueron fáciles.“Cuando entré al colegio, me di cuenta q éramos solo cinco chicas. Yo venía de una primaria mixta. Ya por ser mujeres, nos hacían bullying. Llegábamos a la esquina del colegio y los de último año nos gritaban cosas como ‘váyanse’ o ‘nos arruinaron el colegio’. En las escaleras del edificio también, siempre de lejos y en grupo. Mi experiencia fue un desastre”, cuenta María José García Uriburu, una de las primeras alumnas en estudiar en la secundaria del Colegio Marista Champagnat. Con esfuerzo, logró terminar el año y luego cambiarse a otro secundario.Según una de las primeras alumnas del Champagnat, la integración no fue fácil desde el principio (Silvana Colombo/)Uno de los primeros establecimientos educativos en tomar la iniciativa fue el San Jorge de Quilmes, que se volvió mixto en 1975, incorporando pupilas mujeres. El primer año, se matricularon 251 varones y tan solo 34 mujeres. Casi todos ellos eran pupilos. La decisión tomada por la Comisión Directiva y el Director General de incorporar pupilas generó arduas discusiones dentro del cuerpo docente y también entre los ex alumnos. “Quienes eran docentes mayores defendían el colegio de varones y aquellos más jóvenes y vanguardistas veían con buenos ojos el cambio. En esto pesaba también una cuestión de CV, por el poder participar de esta iniciativa, creo que única en ese momento”, detalla un ex director del colegio que vivió esa época.El San Jorge de Quilmes ya abandonó la educación separada por géneros (Gentileza: St Georges College/)Como sucede en muchos otros colegios, la incorporación de estudiantes mujeres en el San Jorge obedecía no solo a una cuestión ideológica, sino también económica. “Coincidieron la experiencia previa de quien era el director, Collin Graham, quien creía firmemente, en base a su experiencia previa en Inglaterra, en los beneficios de la educación mixta, y una situación de marcada caída de la matrícula de varones pupilos”, afirman desde el colegio. Con los años, la cantidad de estudiantes mujeres y varones se equiparó. Y al día de hoy la institución es considerada uno de los grandes referentes históricos en la incorporación de alumnos de ambos sexos en una institución diseñada antiguamente para uno solo.