escucharescucharEl ataque armado contra la misión del padre Mariano Oberlin, un cura que desde hace años intenta rescatar a jóvenes adictos de las garras de las redes del narcomenudeo, a las que denuncia sin pausa, a pesar de las presiones, la Arquidiócesis de Córdoba convocó a todos los credos y a todos los partidos políticos a concentrarse en la explanada de la Catedral de la capital provincial para manifestarse en contra de la violencia y del azote del crimen organizado ligado al comercio de estupefacientes.Será esta tarde, a partir de las 19, bajo la consigna “¡Basta de droga! ¡Basta de violencia!”. “La Iglesia Católica convoca a manifestarse por esas consignas y en favor de los más débiles y de quienes trabajan por ellos”, expresaron desde la Arquidiócesis, además de aclarar que la movilización es “para todos”, sin importar credo o pertenencia política.El 14 de marzo pasado, sicarios dispararos “al voleo” hacia las instalaciones de una granja y centro de rehabilitación que la fundación del padre Mariano Oberlin tiene en la zona de Campo de la Ribera. Lo curioso es que a poco más de 50 metros del lugar hay un puesto policial y quienes realizaron el ataque, desde un auto que llevaba puesta la patente de otro vehículo afincado en Buenos Aires, pasaron por delante de los uniformados, que nada hicieron para detenerlo.Luego de ese ataque, el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, fue enfático en condenar la balacera y los permanentes hostigamientos y amenazas que Oberlin viene recibiendo desde hace años por proteger a los jóvenes y a sus madres de las garras del narcotráfico. “Solemos decir que esto no es Rosario todavía. Estamos en un momento donde casi depende de nosotros que esto no sea Rosario, pero si nos descuidamos va a serlo en tres meses o ya lo es”, advirtió. No es la primera vez que Oberlin es amenazado o atacado. Casi poco después de su llegada, en 2010, a la parroquia Crucifixión del Señor, donde pronto advirtió que la droga era un problema serio en los barrios más pobres del oeste de la ciudad de Córdoba, como Müller y Maldonado. Tiempo después era una referencia para los vecinos honestos y un desafío para los deshonestos; él protegió a las “madres del paco” de los narcos que las amenazaban. Y comenzó a sacar a los pibes de las calles y montó las casitas que, con los años, se convirtieron en el centro de rehabilitación de jóvenes adictos de Campo de la Ribera.El agosto de 2016, después de la nota publicada por LA NACION y durante el lanzamiento de la iniciativa Argentina Sin Narcotráfico, el entonces presidente, Mauricio Macri, se reunió con Oberlin, al que caracterizó como un sacerdote que, “como tantos argentinos, lucha contra este flagelo todos los días”. A fines de ese mismo año, un policía que había sido asignado como custodia permanente en la misión del padre mató de un tiro a uno de los dos chicos que, a mano armada, intentaron robarle al cura. Ese agente, Martín Armando Murúa, fue condenado a dos años de prisión en suspenso por homicidio cometido por exceso en la legítima defensa de un tercero.El cura Oberlín advierte sobre la penetración de las cocinas de paco en Córdoba y la violencia narcoDiego Lima – LA NACIONEste mes, los hostigamientos contra la obra de Oberlin comenzaron a crecer. Hubo un robo en su centro parroquial. Y el martes 14 de marzo pasado, el tiroteo a la granja de Campo de la Ribera.El propio sacerdote –hijo de padre desaparecido y de activa militancia en el campo social y de los derechos humanos– hizo público el hecho en su muro de Facebook, en un crudo relato en el que dejó en evidencia la extraña inacción de la policía de Córdoba, a la que calificó de “espectadora”.“He dudado mucho en publicar esto, por temor a las represalias (tanto de un lado como del otro), pero esos disparos al voleo ya son demasiado como para quedarse callado. Y si no confrontamos a quienes pretenden adueñarse del barrio, llegará un momento en el que va a ser muy difícil volver atrás. La gran mayoría de la gente de nuestros barrios quiere vivir digna y honestamente”, sostuvo.El ataque se produjo el martes 14, a las 16. Explicó Oberlin: “Un tipo se asomó por la tapia perimetral del centro de rehabilitación que tenemos en el Campo de la Ribera, en donde viven 40 chicos, y disparó al voleo dos tiros con una escopeta recortada. Inmediatamente, se subió a un auto bordó y salió a alta velocidad. Esto ocurrió a 40 metros de una de las casillas policiales de la costanera. En su huida, el auto pasó por enfrente de la escuela, donde habían cuatro policías custodiando la salida de los chicos. Ahí mismo esquivó a un colectivo al que casi choca, e inmediatamente esquivó a una palita mecánica nuestra, en la que venía de trabajar en la limpieza del basural uno de los chicos de nuestra comunidad”. Prosiguió: “Inmediatamente, los encargados del espacio llamaron a la policía. Acudió un móvil a entrevistar, y luego se fue. Hasta allí, toda la policía actuó como simple espectadora. Yo no estaba en ese momento. Llegué cerca de una hora y media después”. Uno de los aspectos singulares del episodio es que, ante esa aparente inacción policial, el cura y sus allegados salieron en busca del vehículo de los sicarios, y lo encontraron. Así lo contó: “Frente a la inactividad de la policía, y dada la gravedad del hecho, que podría haber terminado en alguna/s muerte/s, salimos con algunos de los que vieron el auto a ver si lo podíamos encontrar. Dimos varias vueltas por el barrio, hasta que nos dimos con él, e inmediatamente salió a toda velocidad cuando pasamos por su lado en la dirección contraria. Dimos la vuelta y lo seguimos por varias cuadras, hasta que pudimos tomarle la patente. Buscamos registros de la misma, y encontramos que está registrada para un vehículo distinto en Buenos Aires. Obviamente, la patente es adulterada. Lo llamativo es que, aunque nosotros dimos con el auto dos horas después del hecho, la policía no ha tenido resultados hasta ahora. Y aunque nosotros no tengamos aún pruebas filmográficas (que las estamos gestionando porque hay dos domos de la policía ubicados en lugares desde donde se puede seguir la acción), estamos hablando de un auto claramente identificado con marca y color, que circula con una patente adulterada y, al menos después de haber cometido el hecho, con una escopeta recortada en poder de su conductor, el cual hasta dos horas después seguía rondando las inmediaciones”.LA NACIONTemasInseguridadNarcotráficoCórdobaConforme a los criterios deConocé The Trust ProjectOtras noticias de InseguridadRosario. Una ladrona forcejeó con un hombre de 80 años para robarle el celular y lo tiró al piso”A vos te voy a enseñar”. La violenta reacción de un conductor contra un taxista en el centro de RosarioMillonario desfalco. Allanan la cárcel de Sierra Chica e imputan a nueve presos por estafas hechas vía Facebook y Whatsapp