El novelista estadounidense falleció en su casa de Nuevo México el martes. Pese a que tenía 89 años, su deceso, como el de cualquier gran autor, era impensable. Rápidamente la noticia ocupó las primeras planas de los diarios de todo el mundo, ya que tuvo la precaución de evitar morir un día antes, en la misma fecha que Berlusconi. Poseedor de una escritura descarnada y precisa, con personajes de vidas simples pero pensamientos complejos, en sus ficciones el sufrimiento y los actos heroicos están repartidos por igual entre buenos y malos. Hace poco se habían publicado sus dos últimos libros. Leer más