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Dos leales al régimen se miden en unas presidenciales sin perspectivas de cambio en Irán

A Saeed Jalilí, el candidato ultraconservador a la segunda vuelta de las presidenciales iraníes de este viernes, le acompaña una reputación de “mártir viviente” para los fieles a la República Islámica de Irán —perdió una pierna en la guerra con Irak en los ochenta— mientras que para sus detractores es un represor más. En octubre de 2019, siendo secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional de Irán, autorizó la represión que aplastó unas protestas desatadas por el aumento del precio de la gasolina, según la ONG Justice for Iran. Al menos 300 personas murieron entonces, de acuerdo con Amnistía Internacional, un cómputo que altos funcionarios iraníes elevaron más tarde a 1.500. Jalilí, adalid de la línea dura del régimen islámico de Irán, no se medirá en las urnas con un rival en sus antípodas ideológicas. El otro aspirante a la presidencia, Masoud Pezeshkian, es también un hombre del sistema, si bien más moderado. Gane quien gane la presidencia, estos comicios no auguran un cambio en un aparato de poder en el que la última palabra la tiene el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei.Seguir leyendo

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