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“Mucho para aprender”: un argentino trabaja con el Nobel de Física 2025 en computación cuántica con una compleja misión

Rodrigo Cortiñas estaba un poco de malhumor en medio de una conferencia en Barcelona. Había ido desde París, donde hacía su doctorado en física luego de licenciarse en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Pero no le convencían las charlas. De casualidad, se metió a una para matar el tiempo con un café y unas galletitas en la mano. Y lo que vio y oyó le voló la cabeza, recuerda hoy. Fue una charla sobre atrapar y revertir un salto cuántico de un científico francés al que no conocía, pero que lo sorprendió tanto que lo abordó una vez concluida la exposición: se quedaron tomando un café y charlando de experimentos de mecánica cuántica durante tres horas, así como estaban, parados en el pasillo de la sede de la conferencia. Cuando se despidieron, el francés le dijo que cuando necesitara trabajo, lo llamara. Dos años después, Cortiñas lo hizo y así desembarcó en la Universidad de Yale, en Estados Unidos. El científico francés se llamaba Michel Devoret y este año fue consagrado como Premio Nobel de Física.A lo que se dedican ahora el argentino y el francés es a pensar y concretar experimentos que podrían conducir finalmente a la computadora cuántica, ingenio con un poder de cálculo potencial que justifica los miles de millones de dólares que empresas y gobiernos invierten con la idea de llegar primero. La intención es llevar a escala visible, en un aparato que funcione, las características paradójicas de lo que sucede a nivel atómico y subatómico. Cortiñas con Devoret trabajan en la manera de hacerla posible, en particular, mediante un túnel que marca el paso de electrones a través de una barrera física: van de un lado al otro de una especie de circuito, sin pasar por el medio (esto es parte del asombro cuántico).“Podemos ver los estados de oscilación de un lado al otro de la juntura (o unión). Es una onda de electrones que va y vuelve, y lo mismo al revés. Eso es el qubit, la unidad mínima de funcionamiento de estas computadoras”, dice Cortiñas a LA NACION. La clave del asunto, del gran poder de las computadoras cuánticas, es la superposición. Las computadoras clásicas solo pueden hacer una operación a la vez; con las nuevas se podrían hacer muchas todas juntas. “Y es un número que crece exponencialmente: con 100 qubits podés hacer 2 a la 100 y con 300, 2 a la 300… 2 a la 300 es el número de átomos en el universo. Con 300 qbits podés hacer un cálculo en paralelo enorme”, agrega Cortiñas, que vive en Santa Bárbara, California, y estuvo en Buenos Aires de visita hace algunas semanas para dar una conferencia en el Departamento de Física de la UBA.Cortiñas (de remera blanca) y Devoret (der.) trabajan en la manera de hacer posible la computadora cuántica, en particular a través de un túnel que marca el paso de electrones a través de una barrera físicaDe todas maneras, pese a anuncios y logros parciales, la computadora cuántica es un asunto todavía potencial, en desarrollo; quedan muchas cuestiones técnicas por resolver, como el manejo de errores que todavía tienen las computadoras cuánticas reales. E incluso hay expertos, como el propio Cortiñas, que creen que faltan algunas bases teóricas respecto de cómo se da ese paso de lo clásico a lo cuántico.En qué plazo estarán usables las computadoras cuánticas es de las preguntas que más se hacen. “Se habla de diez años, pero creo no que habría que poner plazos, porque es un proyecto muy fundamental, con mucho para aprender. Hay gente que dice que es apenas un problema de ingeniería y que pronto se podrá conseguir porque está todo entendido, pero para mí hay preguntas fundamentales, como saber si los sistemas grandes se siguen comportando cuánticamente o si hallarán barreras”, agrega. Hay que ir, hacer los experimentos y ver qué sucede, plantea Cortiñas.Cosas de la naturalezaPero detrás de la tecnología hay una cuestión fundamental acerca de cómo funciona la naturaleza, la misma que desveló a Albert Einstein, Werner Heisenberg y a Max Planck, por nombrar solo a algunos pioneros de hace un siglo: esa zona de salto entre la misteriosa forma de ser cuántica (con átomos que están en dos lugares a la vez, saltan paredes sin atravesarlas y generan efectos a distancia) y la vida cotidiana, donde las causas y efectos parecen más o menos razonables a la mente humana. Lo notable es que este tipo de computadores, si finalmente se consiguiera fabricarlas, tendrán componentes de estos dos mundos que aparentemente no se tocaban, y quizás este tipo de aparato ayude a resolver una incógnita acerca de cómo trabaja el universo.“Se juega una cuestión teórica: de alguna manera las computadoras son hoy ya el objeto cuántico más grande del universo. No hay otra cosa que opere a esta escala porque la naturaleza te lleva a clásico”, dice el argentino. “Históricamente se espera que los objetos grandes sean clásicos: se puede hacer algo grande y que siga siendo cuántico, eso es lo que logró Devoret [y los otros Nobeles de 2025, John M. Martinis y John Clark, en experimentos que comenzaron en la década de 1980]”.Cortiñas señala lo positivo y lo negativo del logro eventual de la computadora cuántica. “Hay muchas dudas respecto de qué puede pasar”, admite. Por un lado, las computadoras cuánticas podrían ahorrar mucha energía en ciertos cálculos respecto de las convencionales. Por el negativo, ya hay preparativos para ataques a sistemas de seguridad encriptados porque se supone que las nuevas computadoras conseguirán fácilmente desencriptar todo. Ahí hay parte de la explicación de las megainversiones públicas y privadas. Además de un potencial “casi infinito” en varias zonas de la vida humana.Por último, Cortiñas marca la relación con la otra revolución en curso, la de la inteligencia artificial. “Las computadoras cuánticas pueden generar data para entrenar mejor a los modelos de IA, de manera más eficiente, ayudar a la IA a ser más inteligente”. Y agrega que la IA se nutre de información clásica, pero se puede imaginar darle datos cuánticos y que piense de esa manera, con lógica cuántica. “Podría haber un diálogo entre la computación cuántica y la IA, es una de las cosas más prometedoras”, apunta. Y concluye: “La única avenida que los humanos tenemos para revolucionar y generar nuevas teorías como en su momento la relatividad de Einstein es la construcción de la computadora cuántica; es como el telescopio espacial Hubble, algo que permitirá ver donde nunca se había visto antes”. Las respuestas a algunas de estas preguntas llegarán a partir de la década que viene.Por Martín De AmbrosioCienciaPremio NobelConforme aOtras noticias de Ciencia”Todo se transforma”. Cuán cierto es que los átomos son inmortales (y si lo son, por qué todo lo vivo muere)Hasta un 10% más. En qué hora del día se queman más calorías, según un estudioSkhūl I. El niño que vivió hace 140.000 años: científicos creen que es la mezcla entre un Homo sapiens y un neandertal

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