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Un raro huevo de cristal y diamantes fabricado para la realeza rusa se vendió por más de US$30 millones

Un raro huevo de cristal y diamantes fabricado por Fabergé para la familia imperial rusa se vendió por 22,9 millones de libras esterlinas (más de US$30 millones), marcando un nuevo récord en el mercado de arte. La pieza, conocida como “Huevo de Invierno”, se subastó este martes en Londres.La empresa Christie’s detalló que se trata de uno de los siete huevos imperiales de Fabergé que permanecen en manos privadas y lo comparó, por su estatus y singularidad, con la “Mona Lisa”.Fabricado en 1913, el huevo mide 10 centímetros de altura y está elaborado en cristal de roca finamente tallado, decorado con un patrón de copos de nieve en platino y engastado con unos 4.500 diminutos diamantes. En su interior guarda una canasta removible con flores de cuarzo y gemas que simbolizan la llegada de la primavera, uno de los rasgos característicos de estas creaciones: siempre escondían una sorpresa.“El Winter Egg de Fabergé, encargado por el entonces emperador ruso Nicolás II como regalo de Pascua para su madre en 1913, se exhibe durante una vista previa para la prensa organizada por la casa de subastas Christie’s en el centro de LondresHENRY NICHOLLS – AFPEl precio alcanzado superó ampliamente los US$18,5 millones pagados en 2007, también en Christie’s, por otro huevo diseñado para la familia Rothschild. Para los especialistas, la suma confirma el estatus excepcional de estas piezas creadas por Peter Carl Fabergé y su taller entre 1885 y 1917, periodo en el que se realizaron más de medio centenar de huevos imperiales, cada uno con un diseño único. La tradición comenzó bajo el zar Alejandro III y continuó con su sucesor, Nicolás II, quien solía obsequiarlos a su esposa y a su madre en Pascua.En el caso del Huevo de Invierno, Nicolás II lo encargó en 1913 para regalarlo a su madre, la emperatriz viuda María Feodorovna. Fue uno de los dos huevos diseñados por Alma Pihl, una joven joyera del taller de Fabergé cuyo otro trabajo de este tipo integra hoy la colección de la familia real británica. La pieza sobrevivió a la caída de la dinastía Romanov, que gobernó Rusia durante tres siglos hasta la revolución de 1917. Nicolás II y su familia fueron ejecutados al año siguiente, en 1918.“El Winter Egg de Fabergé, encargado por el entonces emperador ruso Nicolás II como regalo de Pascua para su madre en 1913, se exhibe durante una vista previa para la prensa organizada por la casa de subastas Christie’s en el centro de LondresHENRY NICHOLLS – AFPTras la revolución, el huevo fue adquirido por solo 450 libras (alrededor de US$600) por un comerciante londinense en la década de 1920, cuando el gobierno soviético comenzó a desprenderse de objetos de valor.A partir de allí pasó por varias colecciones privadas y durante décadas se creyó perdido, hasta que reapareció en una subasta de Christie’s en 1994, donde fue adjudicado por más de siete millones de francos suizos (unos US$5,6 millones de entonces). Volvió a venderse en 2002 por 9,6 millones de dólares.Christie’s recordó que cada vez que este huevo salió al mercado marcó un nuevo récord para una pieza de Fabergé, confirmando su relevancia histórica y artística. Según la casa de subastas, se conservan 43 huevos imperiales -la mayoría en museos-, lo que refuerza la rareza de los pocos ejemplares que aún circulan.Con información de Associated PressLA NACIONRusiaRealezaConforme aSeguí leyendo”La definitiva historia de amor”. El reloj de un pasajero del Titanic alcanza el precio récord de US$2,33 millones en subasta“¿Por qué harías esto?”. El robo en el Louvre, el capítulo más escandaloso de una tendencia que tienen en alerta a los museos del mundoHallazgo. Cuál es el cuadro de Rubens que encontraron en París y estaba perdido desde 1613Otras noticias de RusiaDudas. Afirman que Rusia perdió su capacidad de enviar astronautas al espacioNegociaciones bajo presión. Enviados de Trump se reunieron con Putin después de que Moscú reclamara una victoria clave en Ucrania“Alarmante e indignante”. Cómo una isla paradisíaca se convirtió en un refugio inesperado de la “flota fantasma” de Rusia e Irán

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