La historia del Perú tiene en su haber un rostro oscuro. Pocas cosas han marcado tanto la dignidad nacional como lo hizo el terrorismo, que vio la luz en tiempos donde el descontento popular y una amalgama de ideologías hicieron caldo de cultivo para la violencia que se extendería por varios años. Sus protagonistas, como el recordado Víctor Polay Campos, todavía traen a la memoria colectiva momentos de terror que vivieron miles de peruanos.Actualmente, en el marco de la admisión de la demanda presentada por familiares y allegados del, exlíder del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es pertinente recordar la historia de esta organización armada que causó profundas heridas en la nación.Su pasado ApristaPero antes de convertirse en el cabecilla de una organización terrorista, Víctor Polay Campos era un ferviente aprista. Polay, quien nació en el Callao el 6 de abril de 1951, perteneció a las juventudes del Apra movido por la tradición familiar. Su actividad dentro del partido lo llevó a ser elegido como miembro de la dirección Nacional del Comando Universitario Aprista (CUA) en el año 1968.Un año después, en 1969, se incorporó al Buró de Conjunciones del Apra, conformada por un grupo de jóvenes que trabajaban en forma cotidiana y directamente con el fundado Víctor Raúl Haya de la Torre. En esta especie de cofradía, estrecharía una relación de amistad con el joven Alan García.Víctor Polay Campos (a la izquierda), líder terrorista del MRTA, en una foto de archivo con Alan García y Haya de la Torre (en el centro).Dentro del partido aprista, Polay era conocido por ser un militante que apelaba al extremismo para los cambios sociales que necesitaba el país, en medio de la dictadura militar de entonces. Tan es así que, en 1972, fue detenido por participar en dos atentados con dinamita contra el gobierno del general EP Juan Velasco Alvarado. Al salir en libertad, viajó a España y luego a Francia, en donde se relaciona con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el ala de izquierda radical europea, y sienta las bases para formar su grupo revolucionario en el Perú.Los inicios del terrorMovimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Foto: ArchivoNos situamos en la década de 1980, época que marcó los primeros actos públicos de carácter armado por parte de la organización subversiva. En mayo de 1982, cinco elementos del MRTA asaltaron un banco en el distrito de La Victoria, hecho que les costó la muerte de uno de los miembros de su Comité Central. El 2 de enero del año siguiente, el ataque a una comisaría en Villa el Salvador los reafirmaba en el mapa de la ‘lucha armada’ que ya existía en el país.Eran tiempos convulsionados, marcados por una gran depresión a nivel económico y social. En este contexto, el gobierno del Apra asumió las riendas, en medio de un periodo de tregua por parte del MRTA, que tomó la oportunidad para organizar sus fuerzas guerrilleras en el departamento del Cusco. No pasó mucho tiempo hasta que fueran desarticulados por las autoridades, sin embargo, encontraron un gran aliado en las filas del narcotráfico, reorganizándose en las zonas de Junín, Huánuco y San Martín.La estructura del MRTA había experimentado un gran crecimiento y eran responsables de gran cantidad de actos que infundían profundo terror en la población, hasta que en 1989, Víctor Polay, secretario general del grupo subversivo, fue capturado en Huancayo junto a su entonces conviviente Rosa Luz Padilla. Néstor Cerpa Cartolini asumió el mando en ese periodo.Secuestraba y mantenía cautivos a empresarios en las ‘cárceles del pueblo’Según las estimaciones de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del Perú (CVR), el MRTA perpetró más 1,200 violaciones de derechos humanos entre 1980 y 2000. En esos 20 años, Víctor Polay Campos tuvo responsabilidad directa en secuestros, asesinatos y atentados. Este cabecilla terrorista fue el creador de las llamadas ‘cárceles del pueblo’, espacios usados en subterráneos de viviendas para recluir a las personas que secuestraban con el fin de pedir un rescate monetario o para confinar a aquellas que se negaban a pagar el ‘impuesto revolucionario’.David Ballón Vera, ingeniero y empresario, fue secuestrado el 11 de septiembre de 1992 y confinado en las ‘cárceles del pueblo’ del MRTA, en condiciones infrahumanas.Uno de los secuestros perpetrados por el MRTA que causó un revuelo mediático fue el del empresario David Ballón Vera, quien fue tomado rehén en setiembre de 1992 mientras se desplazaba en su camioneta por la Av. Tomás Marsano (Surquillo). El objetivo era cobrar una recompensa por su liberación. Después de cinco meses, una patrulla policial encontró el cadáver del empresario en una calle del distrito de San Miguel.La escandalosa fugaLa fuga de Víctor Polay Campos y otros 47 terroristas del penal de Castro Castro. Foto: ArchivoPara el 9 de julio de 1990, a pocos días del fin del mandato de Alan García Pérez, Polay recuperaría su libertad de una forma que indignó a la opinión pública de la época. Durante ese día y los siguientes, las noticias estuvieron acaparadas por la escandalosa fuga del emerretista del penal de máxima seguridad, Miguel Castro Castro, junto con 47 miembros de la organización.‘Camarada Rolando’, como era conocido, había salido del recinto atravesando un túnel de aproximadamente 250 metros de largo y metro y medio de diámetro, que conectaba el penal con una vivienda aledaña. Llamó poderosamente la atención la logística con la que contaba la estructura: desde electricidad hasta dos extractores de aire daban cuenta de la gran planificación que había tenido la construcción y la complicidad de efectivos policiales para tal faena.El cambio de Gobierno llegó con Alberto Fujimori, que se convirtió en presidente del Perú, y el MRTA, que volvía a tener a Polay Campos en sus filas, empezó a sufrir algunos reveses, producto de los nuevos tiempos, la caída de ideologías de izquierda en el mundo y la nueva estrategia en contra del terrorismo para la Pacificación Nacional.El fin de una eraOperación Chavín de Huántar / Fotos AndinaPara ese entonces, el grupo armado había cometido varios atentados atroces, como el ocurrido en Tarapoto en 1989, donde asesinaron a ocho personas gays y travestis en una discoteca. Más adelante, el 17 de diciembre de 1996, la osadía de la organización los llevó a tomar la residencia del embajador japonés Morihisa Aoki. Por aquellos días el MRTA estaba al mando de Cerpa Cartolini, ya que Polay Campos fue recapturado en 1992.En el recinto lograron capturar a 800 rehenes. ¿Su objetivo? exigir al gobierno la liberación de sus militantes condenados por terrorismo. Ese mismo día, el MRTA dejó ir a todas las mujeres y niños, con lo cual retuvieron a un total de 72 personas.Lo que vino después fue una seguidilla de negociaciones que se extendieron por meses, hasta que el 22 de abril de 1997 se llevó a cabo la histórica operación “Chavín de Huantar”, cuya logística sobrepasó las expectativas y logró la liberación exitosa de 71 rehenes, ya que uno de ellos falleció por una herida de bala. Desafortunadamente, también se lamentó la pérdida de dos comandos que murieron en acción. Con esta espectacular maniobra y muestra de heroísmo, se inició la desarticulación del MRTA y el fin de una era de terror.La organización subversiva y sus acciones no han quedado en el olvido, así lo demuestran las cifras que emitió la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación, que afirmó que el grupo terrorista fue responsable del 1.8% de las violaciones a los derechos humanos cometidos en el Perú durante los años 1980 y 2000.