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Una mansión destrozada, 80 mil dólares robados y picos de 10 puntos de rating: así empezó Buenos Chicos

Varios patrulleros irrumpen de noche en la fachada de una casa de tatuajes y la policía hace salir a las ocho personas que estaban dentro. En off, cada uno de ellos relataron de manera coral qué es lo que pasó y en qué se habían metido antes de terminar adentro de los móviles de la fuerza: “Estos somos nosotros. Nunca pensamos que íbamos a terminar así. Una noche cualquiera en donde todo parecía normal nos cambió la vida para siempre. Creíamos que la podíamos pilotear. Primero nos constó entrar y después se nos hizo muy difícil salir. Cada uno sabe por qué lo hizo, cada uno tuvo sus motivos. La vida nos puso en una encrucijada y elegimos mal. Una mala decisión atrás de la otra. Hasta que todo se fue al carajo. Todo fue rápido, vertiginoso, adictivo. Hasta que se convirtió en un infierno”.Así fue la escena inicial de Buenos Chicos, la nueva apuesta de El Trece en materia de ficción, algo inusual para la televisión abierta de la Argentina de estos tiempos. El primer episodio tuvo picos de 10 puntos de rating según Ibope, luego de haber arrancado la emisión con los 8 puntos heredados de Telenoche.Ahora la historia vuelve a los seis meses previos a la detención. Casi todo el grupo de amigos que termina preso estaba celebrando en un boliche regenteado Dogo (Jerónimo Bosio), uno de ellos, definitivamente el líder del grupo a fuerza de unos modos avasallantes, soberbios, con fuertes dosis de machismo que prefiere no esconder. Ya sea para marcarle el territorio de su novia Camila (Gina Mastronicola) o para hacer chistes acerca de la transición de género de Eme, antes llamada Emmanuel (Carolina Unrein). De pronto, Dogo sale del boliche para preparar una sorpresa para sus amigos: la llegada repentina de Chino (Santiago Achaga) quien en Estados Unidos y decidió volver de golpe para atender la frágil salud de su padre.En paralelo, se ve cómo Eme se fue de la fiesta para tener un encuentro íntimo con un hombre mayor a ella, quien la lleva a la mansión de sus padres. Al llegar al lugar, se encuentra con que hay dos amigos de él y, después de una serie de comentarios sobre su sexualidad, ella decide irse pero los tres hombres no la dejan. Tras un forcejeo, golpea a uno de ellos en la cara y logra zafar. Llama a sus amigos para que la rescaten y, cuando la encuentran, Dogo logra convencer a los demás para vengarse de los abusadores.Buenos Chicos, en problemas. La nueva tira de El Trece comenzó con picos de 10 puntos de ratingAl ingresar a la casa, Giovani (Lautaro Rodríguez), que es un pibe de un barrio bajo y que apenas es conocido por una sola persona del grupo, toma la precaución de dar vueltas las cámaras de seguridad. Al ingresar a la propiedad, la descubren vacía pero Dogo insiste en que tienen que quedarse ahí y festejar la llegada del Chino, la cual se vio trunca por el intento de ataque a Eme. El alcohol comienza a actuar en el estado de ánimo del grupo y de pronto se envalentonan para destruir la mansión: rompen jarrones, cortan las cortinas y hasta tiran un piano antiquísimo a la piscina.De pronto, Giovani va hacia una oficina de la casa y encuentra un bolso con 80 mil dólares. Tras un corto debate entre todos y mientras sonaba una alarma que indicaba que debían irse rápido del lugar, Dogo insiste con llevarse el dinero. Al otro día, con la cabeza más fresca, decidirían bien qué hacer con él.El problema que se les plantea a partir de ahora a estos ocho “buenos chicos” es que los padres de algunos de ellos están implicados en la investigación policial: Eugenia Grenón (Gabriela Toscano) es la mamá de Zeta (Tomás Kirzner) y fiscal a cargo del caso, mientras que Mario Córdoba (Juan Palomino) es el comisario de la jurisdicción donde se produjo el hecho y papá de Eme y Yoni.Dogo, interpretado por Jerónimo Bosia, es el líder del grupo de los Buenos chicosA partir de estas vidas paralelas seguramente se den una serie de enredos que se irán desatando con el correr de los capítulos en los que transcurrirán los seis meses que separan el robo de la detención. En el medio, la historia se va contando a través de estiletazos de corrección política, jerga centennial y música de la nueva generación (de Dillom a Trueno, pasando por Emilia, Duki, Tiago PZK) que por momentos le da estética de videoclip a la acción.

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