Itzik Horn durante un acto para pedir por sus hijos secuestradosYa pasaron más de 3 meses del ataque de Hamas sobre territorio Israelí. Ese sábado 7 de octubre cientos de terroristas derribaron el muro fronterizo para matar y secuestrar a cientos de personas que vivían en los kibutz cercanos a la Franja de Gaza.Uno de las comunidades más afectada fue la de Nir Oz, en el sur del país. Allí vivían muchos argentinos que habían emigrado desde América en busca de una vida mejor y en paz.Este kibutz contaba con una población de 400 personas de las cuales al menos 100 fueron asesinadas o secuestradas. Un 25% de sus habitantes. Entre los capturados está la familia de Shiri Bibas y sus hijos Ariel, de 5 años, y Kfir, un bebé de meses.El tercer hermano Horn hizo una foto para mostrar la ausencia de sus familiaresLa mañana del terrorAllí también vivía Yair Horn y ese sábado del horror había recibido la visita de su hermano Eitan. En diálogo con Infobae, Itzik, el papá de los jóvenes Horn, de 71 años, relata cómo vivió estos más de 3 meses desde que secuestraron a sus hijos de la casa del kibutz Nir Oz. “Puedo dejar de ver noticias, pero es muy difícil sacarme el tema de la cabeza –asegura el hombre con un claro acento argentino-. Todo el tiempo vuelvo a esa mañana en la que los secuestraron”.Yair era una persona muy querida en su comunidad. Se dedicaba a la educación y era protagonista central de todas las festividades religiosas en las que participaba junto con toda su comunidad. Ese sábado había recibido la visita de Eitan porque era un sábado feriado.Apenas había asomado el sol ese 7 de octubre y empezaron a sonar las primeras alarmas de bombardeo. Como cada vez que sucedía algo así, Itzik llamó a Yair para ver cómo estaba. “¿Te Olvidaste que en el kibutz los misiles siempre pasan por encima de nuestras casas?”, le preguntó el joven medio en broma como para restarle importancia a los momentos de tensión.Desde ese momento, Itzik no tuvo más noticias de Yair. Recién 24 horas después se enteraría de que su otro hijo Eitan había ido a visitarlo al kibutz para pasar el feriado. El padre presintió que algo malo iba a pasar cuando le llegaron las primeras noticias sobre el ataque de Hamas a la comunidad de Nirim. Sabía que el próximo objetivo de los terroristas era Nir Oz, donde vivía Yair.“Estuve toda esa jornada viendo las noticias sin saber nada de mi hijo. Recién el domingo me enteré por amigos que Eitan también estaba en Nir Oz esa mañana –recuerda con dolor Itzik-. Ahí me enteré que habían sido capturados por los terroristas de Hamas y llevados a la Franja de Gaza que quedaba a muy pocos metros del kibutz”.Los hermanos Horn fueron visto con vida por mujeres israelíes liberadas por Hamas a fines de noviembreLa vida después de los secuestrosDesde ese momento, Itzik tuvo muy pocas noticias de sus hijos. Recién cuando liberaron a las mujeres secuestradas hacia fines de noviembre tuvo algún indicio de la situación de Yair y Eitan. “Dos de las personas cautivas los vieron en los túneles en los que estaban detenidas en la Franja de Gaza –recuerda el hombre-. No estaban heridos y dentro de todo estaban bien me contaron”.De las más de 240 personas que Hamas secuestró en suelo israelí durante su ataque del 7 de octubre, todavía quedan más de 120 rehenes en Gaza, de los que alrededor de una veintena se cree que están muertos y sus cuerpos aún se encuentran en el territorio palestino.En represalia por el ataque del 7 de octubre, Israel lleva a cabo una campaña de bombardeos y operaciones terrestres en la Franja de Gaza, donde Hamas tomó el poder en 2007, desde el 27 de octubre.Itzik tiene la guerra presente en su casa de Ascalón. “Casi todos los días suenan las alarmas con los ataques aéreos de Hamas y tenemos que refugiarnos –relata el hombre, curtido tantos años en Israel-. También se escucha muy fuerte los disparos de la artillería antiaérea israelí casi todos los días”.Así de presente tiene el conflicto Itzik, mientras espera el regreso de sus hijos. “Antes del 7 de octubre unos 19.000 palestinos cruzaban todos los días para trabajar en Israel. Además, los habitantes de los kibutz cercanos eran los que más se cruzaban con estas personas. Y muchos hasta impulsaban una integración mayor a ambos lados de la frontera”, explica el hombre. “Bueno todo eso quedó en stand by luego del ataque terrorista del pasado 7 de octubre en el cual mataron y secuestraron a esos mismos habitantes de las comunidades que les abrieron las puertas de sus casa. Es más, hay información de que algunos de esos trabajadores que llegaban de Gaza confeccionaron mapas y planos de los kibutz que le fueron descubierto a algunos terroristas que murieron en el ataque”, sentenció el papá de Yair y Eitan.Soldados israelíes inspeccionan viviendas destruidas por insurgentes de Hamás en el kibutz Nir Oz, en el sur de Israel, el 21 de noviembre de 2023 (AP Foto/Ohad Zwigenberg) (Ohad Zwigenberg/)Impacto familiarLos hermanos Hor secuestrados no tienen hijos pero si sobrinos a los que colmaban de amor. Solían llevarlos a ver partidos de fútbol del equipo de Hapoel Beersheba y realizar juegos en el parque de la casa de Nir Oz. Es más, el tercer hermano de la familia realizó una producción fotográfica que se publica en esta nota de Infobae. El hombre comparó una foto clásica de los tres juntos con otra igual en la que aparecen las dos mismas sillas vacías.Los Horn fueron emigrando a Israel en diferentes oleadas todas ocurridas entre finales de los 90 y principios del siglo XXI. “Lo hicimos por una cuestión ideológica y religiosa, no por un tema de las crisis económicas que afectan a la Argentina -explica Itzik-. Fue una consecuencia lógica de cómo profesamos la religión y de nuestra relación con la comunidad judía. Teníamos que venir a vivir a este país”.Aún así, a miles de kilómetros de Buenos Aires Itzik mantiene algunas costumbres de su lugar de nacimiento. “Me encantan las empanadas y el dulce leche y si me cruzo con algún alfajor en un supermercado seguro me lo llevo en el carrito. No puedo negar mi origen”, se sonríe.Mientras tanto, pese a tratar de evitar las noticias sobre el conflicto en Israel, el hombre vuelve todo el tiempo al mismo tema. En su casa se escucha de fondo las alarmas por los bombardeos y la artillería que responde. Así a cada segundo vuelve a pensar en su máximo deseo: volver a abrazar a Yair y Eitan. Y que sus nietos puedan volver a la cancha con sus tíos para alentar a su equipo.