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La verdadera lucha contra “la casta”

escucharescucharEn su guerra contra el Poder Judicial para salvar a Cristina, el kirchnerismo intenta aprobar en el Senado el nombramiento de 70 jueces en lugares clave y amenaza con parar el Congreso si la oposición no se lo permite. En esa lista, conformada en muchos casos de modo irregular, figuran soldados leales con los que la vicepresidenta aspira a detener el avance de los juicios por corrupción en su contra. En medio de una inflación sin freno y de una pobreza que crece a la par, parece una puja institucional alejada de los problemas de la gente. Sin embargo, la lucha de Cristina Kirchner por zafar de la Justicia fue la razón de ser de este gobierno, que llegó al poder sin otro plan que salvar a la reina. La degradación moral y material de la Argentina estaba inscripta en ese acuerdo hipócrita firmado entre tres políticos que, a juzgar por sus opiniones previas, se detestaban. Ahogado en sus propias contradicciones, sin proyecto, el Gobierno se fue diluyendo hasta que se lo tragó su propio fracaso. Más que el Congreso, entonces, lo que hoy está parado es el país.La amenaza del oficialismo llega después de que la Corte Suprema jubiló a la jueza de la Cámara de Casación Penal Ana María Figueroa, quien se había aferrado al cargo pese a haber cumplido 75 años (límite establecido por la Constitución) y no haber conseguido acuerdo del Senado para seguir en funciones. Con Figueroa, la vicepresidenta pierde una importante carta para alcanzar su impunidad. Entre las decisiones con que la jueza benefició a Cristina, está su voto en favor de declarar inconstitucional la ley del arrepentido en la causa de los cuadernos de las coimas, tras las confesiones de funcionarios y empresarios que describieron en detalle el saqueo de las arcas del Estado. Figueroa era una pieza clave para intentar desactivar la reapertura de las causas Hotesur-Los Sauces, en la que Cristina está acusada de lavado de dinero junto con sus hijos, y del memorándum con Irán.La lucha del kirchnerismo contra la verdad es una lucha contra la Justicia, capaz de desmontar el relato con hechos probados cuando actúa como poder independiente. Así ocurrió en la causa Vialidad, en la que las evidencias reunidas por los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola desenmascararon la forma en que los Kirchner, a través de Lázaro Báez, montaron un eficaz sistema de corrupción con la obra pública.Quizá el único modo de entender qué fue en esencia el kirchnerismo lo puede aportar la Justicia. El relato está resquebrajado y ya lo hemos visto todo. Pero, aun así, es vital que los jueces actúen y expongan la cruda verdad. Será la radiografía más acabada de la patria corporativa que desde mucho antes de la llegada de los Kirchner desvalija al Estado, corrompe las instituciones y conspira contra la productividad de un país ahogado por un déficit fiscal crónico.”Al llevarlo al límite, el kirchnerismo nos confrontó con el sistema mafioso que el país construyó a lo largo de décadas y que nos trajo a la desolación del presente” Austral Construcciones fue creada 17 días antes de que Néstor Kirchner asumiera la presidencia, en mayo de 2003. La empresa embolsó unos 3000 millones de dólares por 51 contratos viales con sobreprecios de escándalo, por obras que en un 50% no terminó. En Cuando la mentira es la verdad, un libro que publiqué hace poco, describo esos gobiernos K con ayuda de la tesis sobre el cuento de Ricardo Piglia. Dice el recordado escritor que toda narración despliega dos historias paralelas, una visible y otra oculta, y que ambas se encuentran al final para darle un giro sorpresivo al desenlace. Ya en la gestión de Néstor había dos tramas desarrollándose al mismo tiempo. En la visible, el presidente actuaba como adalid de los derechos humanos y redentor de los desposeídos; mientras tanto, en la trama escondida, que en buena parte sería pasada en limpio por un metódico chofer, instrumentaba el latrocinio. Así, el verdadero programa de gobierno quedaba oculto bajo una falsa épica que encandiló a medio país.Hace rato que la corrupción del kirchnerismo dejó de ser sorpresa. La trama oculta se fagocitó a la visible, podríamos decir. Sin embargo, vale señalar que de la mano férrea de los Kirchner las viejas corporaciones mostraron una voracidad sin precedente y el Estado, cuyo gasto público nacional se duplicó de 2003 a 2015, se lumpenizó, hablando en criollo. Al llevarlo al límite, el kirchnerismo nos confrontó de modo brutal con el sistema mafioso que la Argentina construyó a lo largo de décadas, el mismo que nos trajo hasta la desolación del presente y que ahora se muestra agotado.Hoy la mayor parte de la sociedad parece entenderlo así. Esto podría representar un punto de inflexión. Lo curioso es que muchos, hartos con razón de este sistema perverso que los empobrece, apuestan para desmontarlo por un líder que se asocia con conspicuos representantes de la misma “casta” que condena con furia indiscriminada; un candidato que a fuerza de insultos de inusitada violencia se quedó con la chapa del “cambio”, mientras los que la detentaban se distraían en un mano a mano interminable que les hizo perder sustancia.Pero tranquilos, que a la lucha contra “la casta” la auspicia Barrionuevo. Una garantía… para “la casta”.Héctor M. GuyotConforme a los criterios deConocé The Trust Project

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